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Nuevo estudio dice que “El desayuno es la comida más importante del día, especialmente para los mayores”

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Si de alimentación se trata, cada vez está más claro que no solo importa qué y cuánto si no también cuándo. El campo de la crononutrición -que investiga la interacción entre los ritmos biológicos, la nutrición y el metabolismo- se encuentra en plena expansión. Y en ese contexto se inscribe un nuevo estudio enfocado en cómo las rutinas de alimentación se van modificando a medida que envejecemos y qué impacto tiene.

El trabajo publicado en la revista Communications Medicine analizó durante más de dos décadas los horarios de comidas de casi 3.000 adultos.

Los resultados mostraron un patrón claro: con la edad, los horarios de las comidas se van corriendo, en especial el desayuno y la cena. Ese cambio, que a simple vista puede parecer menor, tiene un vínculo con la salud y la longevidad. Y puede ser una señal de alerta de que algo no anda bien.

«Nuestra investigación sugiere que los cambios en el horario de las comidas de los adultos mayores, especialmente el horario del desayuno, podrían servir como un indicador fácil de monitorear de su estado general de salud«, dijo al respecto Hassan Dashti, nutricionista y biólogo circadiano del Hospital General de Massachusetts (Boston, Estados Unidos) y autor principal del trabajo.

«Pacientes y médicos podrían usar los cambios en las rutinas de comida como una señal de alerta temprana para detectar problemas subyacentes de salud física y mental», propuso.

¿A qué hora desayuna?

La investigación -que fue apoyada por el Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos- se basó en datos del Estudio longitudinal sobre cognición en la vejez normal y saludable de la Universidad de Manchester. Participaron 2.945 adultos, de entre 42 y 94 años, reclutados entre 1983 y 1993. Cada uno fue seguido durante alrededor de dos décadas, período en el que completaron hasta cinco evaluaciones de sus horarios de comidas y hábitos de salud.

¿A qué hora desayuna/almuerza/cena?¿Generalmente, a qué hora se acuesta/se levanta? ¿Cuántas horas duerme de media cada noche?» Fueron algunas de las preguntas incluidas en el cuestionario.

Los adultos mayores tienden a desayunar y cenar más tarde. Foto Shutterstock.Los adultos mayores tienden a desayunar y cenar más tarde. Foto Shutterstock.

Esos interrogantes se utilizaron para calcular el intervalo entre despertarse y desayunar, entre cenar y acostarse, entre el desayuno y la cena (es decir, la ventana de alimentación diaria) y el punto medio entre el desayuno y la cena.

Los investigadores observaron que a medida que envejecen, los adultos mayores tienden a desayunar y cenar más tarde, a la vez que reducen el horario total de sus comidas diarias.

Señal de alerta

Pese a que patrones de alimentación como el ayuno intermitente proponen retrasar la primera ingesta y alimentarse durante una ventana de alimentación corta (en algunos casos de apenas ocho horas), en los adultos mayores, según este trabajo, un horario más tardío no se asocia precisamente a aspectos positivos.

«Descubrimos que, a medida que las personas envejecen, tienden a desayunar y cenar más tarde, y quienes tienen más problemas de salud o una tendencia genética a trasnochar, también», introdujeron.

Desayunar más tarde se asoció sistemáticamente con problemas de salud física y mental como depresión, fatiga y bucodentales. La dificultad para preparar las comidas y un sueño de peor calidad también se relacionaron con comer más tarde, así como la predisposición genética a ser noctámbulas (que suelen acostarse y despertarse más tarde debido a su cronotipo).

Estos hallazgos, señalaron, son consistentes con lo que ya habían observado en estudios anteriores sobre la importancia de mantener sincronizados los ritmos circadianos.

«Los resultados sugieren que los factores de salud física y mental relacionados con la edad pueden influir en el horario de las comidas en las poblaciones que envejecen y que la multimorbilidad (N. de la R. la coexistencia de múltiples enfermedades en una misma persona) puede exacerbar estos cambios», resumieron.

El dato más llamativo es el que relaciona el horario del desayuno con la mortalidad. Los análisis mostraron que un desayuno más tardío se asociaba con un mayor riesgo de muerte durante el período de seguimiento.

El análisis de las trayectorias de los horarios de las comidas identifica grupos de alimentación temprana y tardía, con tasas de supervivencia a 10 años del 86,7% en el grupo de alimentación tardía, en comparación con el 89,5 % en el grupo de alimentación temprana, precisaron.

«Hasta ahora, teníamos una comprensión limitada de cómo evoluciona el horario de las comidas en la edad adulta y cómo este cambio se relaciona con la salud general y la longevidad», afirmó Dashti en un comunicado de prensa difundido por el Mass General Brigham.

Mantener horarios de alimentación constantes podría restaurar los ritmos circadianos en adultos mayores. Foto Shutterstock.Mantener horarios de alimentación constantes podría restaurar los ritmos circadianos en adultos mayores. Foto Shutterstock.

«Nuestros hallazgos -añadió- ayudan a llenar ese vacío al demostrar que un horario de comida más tardío, especialmente el desayuno retrasado, está vinculado tanto a problemas de salud como a un mayor riesgo de mortalidad en los adultos mayores. Y refuerzan el dicho de que el desayuno es la comida más importante del día, especialmente para las personas mayores

Anorexia del envejecimiento

Más allá de los vínculos observados, los autores aclararon que no necesariamente es el cambio en los horarios lo que causa las enfermedades, sino que muchas veces sucede al revés: es el deterioro de la salud (dificultad para preparar las comidas, problemas para masticar, pasar más horas en la cama por problemas musculoesqueléticos, dolor, o enfermedades crónicas mal controladas, por ejemplo) el que lleva a modificar las rutinas y hábitos de alimentación.

«Es más probable que la aparición de la enfermedad provoque cambios en los horarios de las comidas en lugar de que los cambios en los horarios de las comidas contribuyan a la aparición de la enfermedad», puntualizaron.

Esas modificaciones en las rutinas pueden funcionar como señales tempranas de alerta: «Los hallazgos actuales sugieren que la aparición de la anorexia del envejecimiento también puede estar acompañada de cambios hacia horarios de comida más tardíos, en particular el desayuno», insistieron.

Alimentación y envejecimiento saludable

Para los investigadores, identificar y comprender estos patrones puede servir para diseñar mejores estrategias de prevención: «Mantener horarios de alimentación constantes podría restaurar los ritmos circadianos en adultos mayores».

Y enfatizaron la necesidad de continuar con estudios que permitan evaluar si intervenir en los horarios de las comidas puede traducirse en beneficios concretos. «Se necesitan investigaciones futuras, incluyendo ensayos controlados aleatorizados, para explorar el potencial del horario de las comidas como estrategia para promover la longevidad en las poblaciones mayores.»

Además, Dashti señaló que estos hallazgos tienen implicancias importantes a medida que la alimentación restringida en el tiempo y el ayuno intermitente se vuelven cada vez más populares, dado que el impacto en la salud de alterar los patrones de alimentación puede ser diferente entre adultos jóvenes y mayores.

CLARIN