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🔊 Caso Rául Rosso: Novarese el principal acusado dijo que no lo mató y acuso a su vecino Monges

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Con la declaración del principal imputado y el testimonio de 12 testigos, comenzó este lunes el juicio por la desaparición y posterior homicidio del empresario de Brinkmann dedicado a loa venta de agromaquinarias, Raúl Egidio Rosso (60), ocurrido en 2018.

Rodolfo Félix Novarese (44) se encuentra acusado como presunto autor de «homicidio doblemente calificado por alevosía y criminis causa», delito que contempla como pena única la prisión perpetua.

COBERTURA DE OSVALDO SORIA PARA LA RADIO 102.9

Rosso desapareció el 19 de abril del 2017 tras haber estado en su comercio de la ruta provincial 1 y calle José Manuel de Rosas.

También están imputados, pero como supuestos coautores de «encubrimiento agravado», Germán Gallegos (41), de Villa Carlos Paz; Diolindo Monge (44), de El Tío; Miguel Ángel Martínez, de Córdoba; y Guillermo Ulloa (42), de Alta Gracia, estos cuatro imputados no comparecen a la audiencia porque solicitaron una «probatión» (suspensión del juicio a prueba). En tanto que Novarese lo hace a través de videoconferencia desde una sala del Establecimiento Penitenciario Nº 7 de San Francisco. En la sala de la Cámara del Crimen de los tribunales de San Francisco está su abogado defensor, Rubén Genesio, de Río Tercero, mientras que el querellante particular, Gastón Schonfeld, del estudio jurídico Nayi de la ciudad de Córdoba, también participa por videoconferencia.

El tribunal, por su parte, está conformado por tres jueces técnicos y 12 jurados populares, 8 titulares, todos presididos por el vocal de la Cámara Criminal y Correccional, Claudio Requena.

La palabra del principal acusado

En esta primera jornada, entre los testigos estuvo el hijo de la víctima, Jordán Rosso, quien a su vez es querellante en la causa. Además, una empleada administrativa de la víctima, tres efectivos policiales, empleados de Novarese y cuatro integrantes de la División de Investigaciones Operativas (DIO) pertenecientes a Policía Judicial de Córdoba.

Quedó demostrado que la estrategia de la defensa será convencer a los jueces y los jurados que Novarese no es el autor material del homicidio y apunta a otro de los imputados, Diolindo Monge, como quien mató a Rosso, acusado que está en libertad.

No obstante, Novarese en su declaración ante el tribunal reconoció haberle pegado una trompada a Rosso pero dijo que quien lo golpeó con un objeto «romo» (palo) fue Monge quien luego le ordenó que él lo envolviera en un retazo de silo bolsa, lo cargara en la caja de una camioneta Ford F 100 amarilla, propiedad de Novarese, lo llevara al campo y lo depositara en un pozo el que previamente había sido cavado, allí lo cubrió con cal y luego con tierra, relató.

Entre otras cuestiones, Novarese ratificó lo declarado en febrero de 2019 ante la fiscalía de Arroyito y volvió a incriminar a su vecino Monge. Dijo que en un tacho de 20 litros, éste quemó además de los teléfonos celulares de la víctima, otros elementos que se habían utilizado.

Según los dichos de Novarese, Rosso le reclamaba a Monge la plata de la venta de una cosechadora, lo que derivó en una discusión que tuvo el pero desenlace.

«Al cuerpo lo enterramos entre Monje y yo en un pozo entre el molino y el galpón en donde después en un tacho se quemaron los celulares, el palo y los restos de silo bolsa en el que envolvimos el cuerpo», describió Novarese y señaló que en el lugar no se encontraron evidencias «porque el piso era de tierra. Vinieron como a los 7 días, allí se guardaban las camionetas, los tractores, estaba todo removido, era lógico que no iban a encontrar nada».

Ante una pregunta de la fiscal de cámara Consuelo Aliaga, Novarese dijo que Monje había premeditado el homicidio de Rosso. «Yo me fui a buscar combustible y en ese tiempo él quemó los celulares que tenía» la víctima, declaró.

Los testigos

El hijo de la víctima testiguó que cuando ocurrió la desaparición de su padre, él vivía en San Francisco donde cursaba la carrera de Ingeniería Electromecánica en la UTN. Además, indicó que él y su padre tenían economías separadas, aunque admitió que algo conocía de la venta de la máquina cosechadora. Tras la muerte de Raúl es Joaquín, su heredero, quien hoy se encuentra l frente de «Rosso Maquinarias».

El joven cerró su declaración pidiendo que «todo se esclarezca, que se sepa la verdad» y afirmó que confía en la Justicia.

A su turno, Jessica Soledad Voissard empleada administrativa de la firma, dijo que Raúl Rosso era muy reservado en sus negocios, que cuando alguien lo llamaba por lo general salía afuera para hablar, que nunca apagaba sus teléfonos celulares. Agregó que ese jueves de la desaparición, le dijo que iba a viajar pero que el viernes retornaba, algo que nunca ocurrió y que a ella le llamó la atención.

Antes del viaje, le solicitó que facturara unas cadenas a nombre de Analía Barcelona y que allí acotó: «Este guacho (sic.) puso todo a nombre de la mujer», pero dijo desconocer si se refería a Novarese u otra persona.

También señaló que el viernes 20 de abril de 2018, otro empleado le preguntó si ella sabía algo de Rosso, porque hacía desde la tarde anterior que lo llamaban a los celulares y no respondía. En relación a la máquina cosechadora que la víctima le habría reclamado a su homicida, la testigo dijo desconocer su existencia y que nunca la había visto en el negocio.

El tribunal y los jurados populares. 

«Me mandé una cagada», le dijo el acusado a los policías

Asimismo declararon el sargento Carlos Chávez y el subcomisario Facundo Bosco. Ambos coincidieron en señalar que ese viernes 4 de mayo, tras la detención de Novarese en El Tío, se procedió a su traslado a la subcomisaría de Brinkmann. «Cuando pasamos la localidad de Balnearia comenzó a llorar y se quebró, dijo que sentía temor por su familia, que él había discutido con Rosso, le había pegado una trompada, allí cayó semiinconsciente AL suelo y que al otro día Monje fue quien lo remató pegándole con un palo en la cabeza».

Los policías negaron haberlo interrogado. «Nosotros queríamos que llegara a Brinkmann en buenas condiciones, pero lloraba mucho. ‘Me mandé una cagada, un moco de aquellos y ahora temo por familia’, decía constantemente».

El subcomisario Bosco agregó: «Nosotros intentábamos calmarlo en todo el momento, pero el repetía que se había mandado ‘el moco’. En el móvil policial dijo que Rosso le había pedido ver la máquina que le había prestado pero que como él la había vendido, no sabía qué decirle y allí comenzó la discusión».

El jefe policial agregó que mientras llevaban adelante la investigación, algunos lugareños le hicieron referencia a que Diolindo Monje había estado relacionado al robo de leche en la Cooperativa Tambera «Las Cañitas» y de un tractor en el Paraje La Curva.

Luego declaró el oficial principal Lucas Paz, del Grupo Especial de Rescate y Salvamento (Gers) de Miramar, quien brindó detalles acerca de los operativos de búsqueda que mantuvieron en vilo a toda la región de Ansenuza durante 15 días, entre abril y mayo de 2018.

Ex empleados complicaron a Novarese

La ronda de testigos presenciales finalizó con dos exempleados de Novarese a los que el imputado les quedó debiendo dinero, a uno cerca de 300.000 pesos y al otro, 30.000. Ambos reconocieron la relación que existía entre Novarese y Monje: eran vecinos, vivían uno al frente del otro. A veces Novarese le daba algunas changas en el campo. Además, los dos coincidieron en señalar que a Monje se lo vinculaba con la venta de droga para lo cual aprovechaba  su labor de remisero.

Durante la búsqueda se había allanado el comercio de Rosso, en busca de archivos informáticos. (2018)

En el final de la primera jornada del juicio, pasadas las 17.30, brindaron detalles de la  investigación los detectives Gabriela Carolina Talo, Lía Toranzo, Pablo Cardozo y Martín Gauna, todos integrantes de la DIO.

Para este martes está previsto que declaren unos seis testigos. Los alegatos y sentencia podrían extenderse otro día.

Recordemos que según la investigación, el crimen habría ocurrido luego de que Rosso le habría prestado una máquina cosechadora a Novarese quien se desempeñaba como contratista rural en El Tío. Al momento de reclamar la máquina, el empresario habría descubierto que Novarese la habría vendido, lo cual desató una pelea que terminó con la vida del sexagenario.

INFORME: La Voz de San Justo

Cobertura para LA RADIO: Osvaldo Soria

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