Provinciales

Por qué Schiaretti se prepara para resistir el 30 de abril

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Nunca como ahora le han venido tan bien los números sanitarios al gobernador Juan Schiaretti. Pudo resistir la presión de convalidar íntegramente el último decreto que dispuso el cierre de los comercios no esenciales desde las 20, la circulación de personas de 20 a 6 y las clases presenciales en el nivel inicial, primario y secundario.

Esas limitaciones vencen el próximo viernes y la política discute si se endurecerán todavía más las actividades. La visión “gollanística” de la cuestión sanitaria era marginal en la Argentina. Hasta hace unas semanas.

Ginés González García había logrado que el ministro de Axel Kicillof, Daniel Gollán, quedara relativamente al margen en la primera ola. Siempre tuvo conceptos extremistas, pero que no pasaban de declaraciones rimbombantes. Pero ahora esa visión –alimentada por el Instituto Patria– se comió por completo a Kicillof, a la ministra Carla Vizzotti e inclusive al propio Alberto Fernández.

El pedido ahora es de un parate total por 15 días, incluyendo fútbol, fábricas y transporte. Como en marzo de 2020.

Eso pone en ascuas a todo el sector productivo y al propio Martín Guzmán, que debe lidiar con una inflación que no cede, un Club de París que tampoco afloja y un dólar libre que parece salir de su letargo, con la cuota de incertidumbre que eso le agrega a la vida cotidiana. Actividad cero significa abortar el tímido repunte que se ve en algunas actividades, pero sobre todo significa más asistencia fiscal. Léase: más emisión.

¿Qué pasó para que prime ahora el discurso extremo de Kicillof y su gabinete? La realidad es que el conurbano de la provincia de Buenos Aires está estallado, con distritos que tienen 90% de ocupación de camas. ¿De cuántas camas hablamos si el 10% está libre? Son tres, dos. Es que la infraestructura sanitaria es una lástima: en octubre pasado, en plena primera ola, Buenos Aires tenía en total, para Covid y no Covid, 4.207 camas. Hoy tiene 4.336. Esto significa que el gobierno de Kicillof, pese a que teníamos el diario del lunes en la mano y que sabíamos que las segundas olas son más virulentas que las primeras, incrementó su parque de camas en un 3%. Apenas 129 más, menos de las que se ocupan en un día.

La estrategia de igualar

La única manera de cortar la circulación es cerrando escuelas, el transporte y toda actividad económica regulada y formal. Con un 50% de informalidad, ¿quién se va a meter en las ferias del conurbano a impedir que la gente se gane unos pesos, si el último IFE se pagó en septiembre del año pasado?

Y la única manera de licuar el costo político de esa imprevisión sanitaria es poner a la ciudad de Buenos Aires en la misma bolsa y, si se puede, al país entero también.

El que tiene un panorama muy diferente es Schiaretti. Salió en auxilio del sector privado, al que le puso la plata equivalente del ATP cuando Nación se lo retiró y le financia a toda clínica que pueda, por espacio y recursos humanos, el agregado de camas críticas.

En el pico de la primera ola, el 30 de octubre pasado, en Córdoba hubo 1.782 pacientes internados en terapia. Eso representó el 71,3% del total de camas disponibles, que entonces eran 2.499. Hoy tiene 2.967 y acordó que los privados sumarán 250 y los hospitales públicos, otras 600. Cuando se habiliten, en los próximos días, habrá 3.753 camas: 81% más que la ciudad de Buenos Aires y 13% menos que la provincia de Buenos Aires, que tiene casi el quíntuple de habitantes que Córdoba.

Nuestra provincia vivió lo peor de la primera ola en la primera semana de octubre. Entonces, había 16.250 casos activos detectados. Los casos se duplicaban cada 17,9 días y la positividad estaba en el 25%. Sólo el 44% de los infectados se había recuperado y los internados ocupaban el 71,3% del total de camas disponible.

Hoy tiene 14.132 casos activos y, como se testea más, la positividad está en el 8,9%. El tiempo de duplicación es de 91,7 días, el 92% de los pacientes está recuperado y los internados ocupan el 38,6% de las camas. Si se sumaran ya las camas anunciadas, bajaría al 31%.

Ese es el dato duro más relevante con el que cuenta Schiaretti. La “impronta cordobesa” de dialogar con el sector privado le viene dando resultados. Es un convencido de que las escuelas deben ser las últimas en cerrar y tiene la evidencia en la mano: sólo el 1,3% de las 62.335 burbujas de la provincia fue aislada. Al sector productivo duro también le ha prometido que no va a cerrar.

El 28 de septiembre pasado Córdoba estrenaba las restricciones nocturnas: todo debía cerrar a las 20. Esa sería la medida máxima que se discute en el gabinete sanitario, pero todavía todos creen que hay margen para resistir. De hecho, la secretaria Laura López dijo ayer que si bien es pronto para hablar de meseta, se observa un descenso en el número de casos.

Quizá el 30 de abril Schiaretti pueda seguir resistiendo. Habrá que esperar el DNU nacional.

LA VOZ

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