Chicharrita del maíz: la situación actual y la importancia del clima y del manejo
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La presencia de Dalbulus maidis, comúnmente conocida como chicharrita del maíz, continúa generando preocupación entre productores y técnicos a lo largo del país. Si bien durante la campaña 2024/2025 su comportamiento fue menos agresivo que en el ciclo anterior, los especialistas advierten que el vector sigue activo en zonas críticas y que su control requiere de una estrategia integral, sostenida y territorialmente adaptada.
Según el entomólogo Alejandro Vera, técnico investigador de la sección Zoología Agrícola de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC) y coordinador de la Red Nacional de Monitoreo de Dalbulus maidis, la dinámica poblacional en esta campaña fue más benigna en comparación con la epifitia 2023/2024.
«Los picos poblacionales se dieron cuando el maíz ya había superado sus etapas más vulnerables a la infección por el patosistema, lo que permitió mantener una incidencia baja en la mayoría de las zonas», explicó.
Las intervenciones durante las fases vegetativas y la llegada de frentes fríos también ayudaron a contener la presión del vector.
No obstante, la chicharrita persiste con fuerza en regiones donde históricamente ha encontrado condiciones favorables para su desarrollo.
Vera especifica que a pesar del ingreso de masas de aire frío, hay focos de alta abundancia en el NOA, en la región choclera de Salta, en el sur de Tucumán, el NEA, y zonas del este de Santiago del Estero como Quimilí y Las Breñas, además del norte y centro de Santa Fe.
Tras la fuerte epifitia del ciclo pasado, se encendieron alertas por una posible expansión de la chicharrita hacia nuevas regiones, especialmente el centro-norte y parte del litoral. Aunque las condiciones invernales de la última campaña ayudaron a frenar este avance, el riesgo persiste. “Históricamente, el NOA y el NEA eran las principales zonas endémicas, pero ahora es clave observar con atención el comportamiento del vector en áreas que antes no presentaban esta problemática”, subraya Vera.
El rol del invierno: clave para el control natural
Las heladas han demostrado ser un factor abiótico determinante en la supervivencia de Dalbulus maidis. De acuerdo con estudios recientes, el umbral crítico para afectar significativamente sus poblaciones se da con heladas prolongadas de al menos 7 u 8 horas y temperaturas inferiores a -5 °C. “Si se repiten esas condiciones este invierno, podemos esperar una primavera con poblaciones bajas, como ocurrió en la campaña anterior”, indica el investigador.
Sin embargo, aclara que no se puede confiar únicamente en el clima: “En regiones de siembra tardía como el NOA y el NEA, es imprescindible reforzar el monitoreo y aplicar prácticas culturales como la eliminación del maíz guacho, que actúa como reservorio del vector y del patógeno”.
Avances en el control químico y biológico
En el plano del control, la experiencia reciente ha llevado a una mejora en la protección desde la siembra. “Se ajustaron las dosis de tratamientos de semillas tomando como referencia el manejo en Brasil, ya que las formulaciones previas no eran suficientes para un control eficaz”, detalla Vera. Estos cambios ya fueron adoptados por varios semilleros, lo que mejora la protección inicial del cultivo.
Además, se está avanzando en el uso de insecticidas foliares con mezclas de piretroides y neonicotinoides, cuya eficacia aumenta si se aplican en el momento justo. “Por eso es tan importante el monitoreo constante”, remarca el especialista.
También se está explorando el uso de productos biológicos que, cuando se aplican correctamente, pueden funcionar de forma sinérgica con los insecticidas químicos, brindando un control efectivo tanto de adultos como de ninfas.
«El manejo exitoso de Dalbulus maidis no depende de una sola herramienta, sino de una estrategia integral basada en el monitoreo permanente, el manejo cultural (como la fecha de siembra y la elección de híbridos más tolerantes), y el uso complementario de productos químicos y biológicos. Solo así se podrá mitigar la presión del patógeno en los momentos más críticos del desarrollo del cultivo y asegurar una producción sustentable de maíz», cerró.
CLARIN