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Logran que la vacuna del Covid de Pfizer no cause daño cardíaco y que la vacuna Arvac frene la cepa Frankenstein

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Hay dos buenas noticias vinculadas a la protección contra el Covid: la primera es que una investigación logró evitar que la vacuna de Pfizer cause miocarditis, luego de identificar en qué casos puede provocar este raro efecto adverso; la segunda es la comprobación de que la vacuna argentina Arvac protege contra la subvariante XFG de Ómicron, conocida como “Frankenstein», cuya circulación se ha vuelto predominante en las últimas semanas.

Mientras los ojos del mundo están puestos en la evolución global del subclado K del virus de influenza A (H3N2), en Argentina el virus respiratorio predominante hoy es el Covid. Ya no es el monstruo pandémico de hace unos años, pero a diferencia de otros patógenos de su tipo puede dejar secuelas severas y persistentes. Según el Boletín Epidemiológico Nacional difundido este lunes, es el que más internados provocó la última semana relevada.

Investigadores de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, acaban de identificar dos moléculas de señalización inmunitaria, o citocinas, presentes en niveles elevados en la sangre de los vacunados con miocarditis: CXCL10 e interferón gamma (IFN-γ). Los autores descubrieron que estas señales también podían activarse en el laboratorio al exponer las células inmunitarias a las vacunas de ARN mensajero contra el Covid, como la de Pfizer.

Los científicos, cuyo trabajo fue publicado en la revista Science Traslational Medicine, descubrieron que el uso de anticuerpos para bloquear CXCL10 e IFN-γ redujo los signos de estrés cardíaco en ratones vacunados y en esferoides cardíacos, crecimientos tridimensionales de células humanas diseñados para imitar algunos aspectos de la estructura y función del corazón. A la vez, los autores también descubrieron que podían bloquear los efectos de las citocinas con genisteina, un compuesto presente en la soja y otras legumbres, que posee propiedades antiinflamatorias.

Hay un dato de la investigación que da cuenta de la rareza que significa la miocarditis como efecto adverso de las vacunas de ARN mensajero. Kathyrn Edwards, profesora emérita de la Universidad de Vanderbilt e investigadora en vacunas que no participó en el nuevo estudio, fue citada por el sitio STAT y señaló que los animales del estudio recibieron dosis de vacuna más altas en relación con su tamaño corporal que las personas vacunadas. Los autores del trabajo reconocieron este punto y añadieron que fue así para asegurar que los animales desarrollaran miocarditis. De lo contrario, estiman, habrían necesitado unos 20.000 ratones para observar este raro efecto adverso.

El virus del Covid tiene una incidencia mucho mayor que la vacuna en los casos de miocarditis.El virus del Covid tiene una incidencia mucho mayor que la vacuna en los casos de miocarditis.

Hay que aclarar, además, que la infección por SARS-CoV-2 causa miocarditis con una frecuencia mucho mayor que la inmunización; los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos informan 1.500 casos por millón de pacientes con Covid-19. En el caso de la miocarditis post vacunación, la estadística indica 7 de cada millón de primeras dosis de la vacuna. La frecuencia aumenta a 31 casos de cada millón de segundas dosis y a 60 de cada millón de dosis entre los hombres menores de 30 años. Los casos causados ​​por la infección también tienden a ser más graves que los inducidos por la inmunización.

A la caza de Frankenstein

La segunda buena noticia es que luego de un ensayo en laboratorio, los productores de la vacuna argentina Arvac, diseñada contra la subvariante JN.1 de Ómicron, informaron que también protege contra la cepa Frankenstein, cuya circulación es la que más creció en las últimas semanas.

Para confirmarlo aislaron esta subvariante en laboratorio -tras extraerla de pacientes internados- y pusieron el virus a replicar: a la mitad de las células se les suministró a su vez suero de pacientes vacunados con Arvac, mientras a la otra mitad no les inoculó. La conclusión, según los resultados preliminares realizados en la Universidad de La Plata y en la de San Martín, a los que accedió Clarín, fue que los anticuerpos contra Frankenstein se multiplicaron por ocho y la infección se detuvo.

Jorge Cassará, químico y director del laboratorio que fabrica la Arvac, se refirió también a la “buena recepción” que tuvieron las recientes vacunas donadas a algunas provincias durante el intervalo en que hubo un faltante de las de Pfizer, que es la opción que provee el Estado nacional de manera gratuita. Lo atribuyó “a la menor reactogenicidad de la Arvac en comparación con las dosis de ARNm, lo significa que la cantidad de efectos adversos leves que ocurren el día de la inmunización o al siguiente es muy inferior porque se trata de una vacuna proteica, la misma tecnología con la que están hechas otras vacunas ya conocidas”.

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La vacuna de Pfizer ahora en distribución en Argentina también genera inmunidad contra XFG, según lo anunciado por el laboratorio en agosto. Sin embargo, lo que empieza a discutirse es precisamente si su reactogenicidad, ya fuera de la emergencia de la pandemia, está a la altura del escenario actual. Aparecen voces que creen que este fármaco podría no ser hoy el más indicado para combatir tanto el Covid como la eventual pérdida de confianza del público en la vacunación en general.

Una de esas voces es la del infectólogo Marcelo Corti, miembro de la Academia Nacional de Medicina. Al respecto, aseguró que “nunca en la historia de las inmunizaciones se ha requerido una vacuna de aplicación anual con un nivel tal alto de reactogenicidad”. Se trata de efectos adversos leves (fiebre, fatiga, decaimiento, dolor de cabeza, dolor muscular, hinchazón en la zona) pero de elevada incidencia.

El experto agregó que “existe una disociación entre lo que percibe la población vacunada que padece una alta tasa de malestares corporales posteriores a la administración de la vacuna y la opinión de los expertos que afirman que son seguras y efectivas. Esta brecha reduce la credibilidad de los médicos referentes y, lamentablemente, sienta las bases para que los grupos minoritarios de antivacunas capitalicen esa desconfianza y la extiendan a casi todas las vacunas”.

Por último, Corti -ex jefe de Infectología del Hospital Muñiz y profesor titular de la UBA- señaló que “incorporar vacunas elaboradas con tecnología tradicional y segura envía un fuerte mensaje a la población y a la comunidad médica de que se puede volver a una estrategia de vacunación tan efectiva como segura. Y es una gran oportunidad para recuperar la confianza perdida en las vacunas”.

CLARIN