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Las Marie Kondo argentinas: cómo es y cuánto sale contratar a las expertas del orden

¡Compartir es demostrar interés!

a aspiradora está tirada en el toilette de recepción; la valija con los souvenirs del último viaje a Roma aún sin abrir descansa en el habitación de servicio; las zapatillas conforman, en una esquina del cuarto de los chicos, una montaña solo apta de escaladores intrépidos; el vestido del último Bar Mitzvah, acontecido hace seis meses, doblado en un estante del placard sin percha asignada para su reposo; la vajilla amontonada en la bacha de secado durante semanas esperando llegar al estante correspondiente como una panacea inalcanzable; la ropa interior apoltronada en el puf casi en modo exhibicionista que, en el mejor de los casos, deja al descubierto sugerente sensualidad; el envoltorio del último plasma descansando en el hall de distribución convirtiéndose en una pieza de arte de vanguardia digna del grupo Mondongo; la estufa eléctrica con rueditas recibiendo a las visitas en el medio del living aún en enero; la cochera convertida en una baulera de cosas en desuso que ni siquiera permite estacionar el auto. Si todo esto sucede, es hora de gritar ¡S.O.S.! Vivar por un plantel de especialistas que nos guíe en el saludable mundo del descarte, el orden y la organización. ¿Y ahora quién podrá ayudarnos? No llegará el Chapulín Colorado, sino estas mujeres de buen decir y exquisitos modos. Sí, se trata de ellas: ¡ las Marie Kondoargentinas!, las organizadoras profesionales que sabrán orientarnos en medio de esa jungla de objetos amuchados en que se convirtió nuestra casa casi sin darnos cuenta.

A ordenar que se acaba el mundo

Ordenar y, si se puede, desechar. Esa parece ser la lógica de esta tendencia que se instaló en nuestro país en los últimos años, impulsada, en gran medida, por la difusión del método KonMari, creado por la gurú japonesa del orden Marie Kondo y que está alineado en base a preceptos de la filosofía oriental, el feng shui y el coaching aspiracional. Si sus pautas vertidas en los libros La magia del orden y La felicidad después del orden; o sus consejos tutoriales exhibidos en el reality de Netflix A ordenar con Marie Kondo, no fueron suficientes, y nos damos cuenta que solos no podemos, es hora de contactar a estas mujeres cercanas y posibles que nos ayudarán, y mucho. Y sin necesidad de traductor.

Los servicios pueden ser contratados por hora, por día o por proyecto. Todas son cautelosas a la hora de brindar costos porque, aseguran, cada caso es distinto. Cada caso es una casa y, sabido es, cada casa es un mundo. Lo cierto es que una jornada de ocho horas puede oscilar entre los $4000 y $6000. Si se las contrata por varias jornadas, desde ya, el presupuesto cuenta con alguna bonificación.

Costo y beneficio

"La organización y el orden implican tiempo libre y eso repercute en un mejor vínculo con tus afectos", Ingid Hajnal
«La organización y el orden implican tiempo libre y eso repercute en un mejor vínculo con tus afectos», Ingid Hajnal Crédito: Diego Spivacow

A diferencia de lo que se propone desde el programa televisivo de la estrella de 34 años nacida en Tokio, las organizadoras argentinas se quedan con nosotros para desarrollar la tarea. Nos acompañan en la faena de barajar y dar de nuevo. «El método KonMari te cambia la vida. Al aplicarlo ahorramos espacio y dinero. Cuando vemos que hay en nuestros placares, no compramos de más porque sabemos exactamente lo que tenemos. Y ahorramos tiempo porque no lo perdemos buscando cosas. Por otra parte, nos quedamos con los objetos que nos hacen feliz», explica Estefanía Fryd, organizadora profesional y la primera consultora oficial Marie Kondo de Argentina y el Cono Sur. Estefanía, además, es la creadora del concepto Organization Planner. «Soy una suerte de embajadora de Marie Kondo en la Argentina», se enorgullece esta mujer que hizo del orden, un arte.

Ingrid Hajnal, otra de las sacerdotisas del orden vernáculo, repara en una disyuntiva conceptual no menor: «Siempre trato de diferenciar entre orden y organización. Muchas veces se asocia la organización con una obsesión, pero los TOC son enfermedades psiquiátricas graves que no tienen que ver con nuestro tema. Cuando hablo de felicidad en función de la organización, es porque sostengo que si hay orden, hay más tiempo libre para ser feliz y disfrutar haciendo lo que uno quiere. Asociar el orden y la felicidad puede sonar cursi, pero lo siento así», explica esta mujer que es Licenciada en Economía y cursó una especialización en el Uso Eficiente de los Recursos.

Parece ser que la cosa se ciñe a tres conceptos claves: descarte, orden y organización. Simple de decir. Difícil de implementar. Al menos que se cuente con la asistencia de estas mujeres todopoderosas que arribarán a casa para ayudarnos en la tarea de poner en eje cada lugar de guardado. Y, por qué no, hasta nuestras propias vidas. En este sentido, Brenda Haines sostiene que «se trata de generar un cambio de hábito. Organizar, ordenar y descartar es estar a gusto en el lugar que uno habita y eso nos hace sentir mejor. Ordenar la casa repercute en el humor, nos da más ganas de volver, de invitar gente. Además, nos posibilita saber qué tenemos para poder consumir mejor y gastar menos. Sin dudas, es un alivio mental».

Cómo ordenar el placard, por Brenda Haines

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Marietta Vitale comenzó a transitar esta filosofía hace varias décadas, buceando en los orígenes para construir el método propio que tiene registrado: «Mis primeros contactos fueron en Estados Unidos y Brasil donde, en los 80, se empezó a hablar sobre el tema. Como no se conocía el concepto de organización profesional inventé la categoría Interior Planner. Tiene que ver con que ordenar el interior de la casa es también ordenar el interior de cada uno».

Marietta Vitale se encontró con el tema en los 80 y se define como Interior Planner
Marietta Vitale se encontró con el tema en los 80 y se define como Interior Planner Crédito: Ignacio Sánchez

Si bien, el ideario del orden y la organización doméstica y personal nació hace décadas, en nuestro país, la tendencia pisó fuerte hace relativamente poco, pero hoy es una realidad tangible y el trabajo de las profesionales cada vez más demandado. Falta de tiempo por sobrecarga de ocupaciones conlleva al caos y acelera la necesidad de ayuda. Aquellos preceptos que celebra Kondo desde sus libros, todos best sellers internacionales que compiten con los relatos de su coterráneo Haruki Murakami, tienen en nuestro país representantes bien plantadas que arraigaron esta cuestión de «lo que no se usa se tira y todo lo que queda tiene su por qué y un lugar de guardado». Palabras más, palabras menos, de eso se trata. Las Marie Kondo argentinas siguen los lineamientos de la japonesa, pero también aportan miradas personales, métodos singulares, para satisfacer las necesidades del público local de acuerdo a una idiosincrasia propia. Un porteño no se habita a sí mismo ni a un espacio propio al igual que un neoyorquino. Y una familia francesa no opera sobre su entorno de la misma forma que lo hace un japonés.

Primer paso

«El puntapié inicial es la angustia, la necesidad y el deseo, para luego continuar con el descarte. Este es el punto principal. ¿Para qué tener lo que no se usa? Obviamente no voy a tirar una pieza de museo valiosa, pero hay objetos que no deseamos. Lo que se queda con nosotros, lo elegimos porque tiene un valor afectivo, el que nosotros le otorgamos, dándole un lugar lógico y eficiente», explica Ingrid Hajnal, autora del libroCasa organizada, Vida feliz.

Si bien varias de las técnicas pueden ser aplicadas para ordenar la heladera, la caja de maquillajes, la maleta de viaje o el baúl del auto; un gran porcentaje de las consultas tiene que ver con la organización de los placares. Parece ser que la ropa acompaña muy de cerca nuestra personalidad. Para Marie Kondo, el inicio del trabajo siempre es por ese sector tan recurrido y, muchas veces, anárquico. «Para comenzar, saco todo lo que hay dentro del placard. Así, el cliente comienza a concientizarse sobre lo que tiene y entender que puede vivir con mucha menos ropa. Eso se logra preguntándose qué lo hace feliz y qué no; qué le queda bien y qué no; y observando en qué condiciones se encuentra cada prenda. Obviamente, si nos hace feliz, queda. De lo contrario, se puede regalar. Me gusta trabajar sobre esas zonas grises: preguntarle al cliente por qué hace tanto que no uso tal o cual prenda, las razones que esconde esa decisión», dice Estefanía Fryd, responsable de El Arte de Organizar.

Brenda Haines tiene casi 200 mil seguidores en Instagram
Brenda Haines tiene casi 200 mil seguidores en Instagram Crédito: Diego Spivacow

Para Brenda Haines, que tomó el seminario de Marie Kondo en Londres, una de las claves iniciales reside en que «es fundamental la importancia del descarte. Marie da argumentos bien claros al respecto y motiva a descartar. Quedar pegados a los objetos es como vivir en una cárcel. Además, no hay casa en la que entre todo. El hogar de mis padres era una especie de museo donde nada se tiraba. Todo se reutilizaba y servía para algo. La habitación de servicio era un hogar paralelo con miles de objetos que nunca se usaban. Se guardaban por si algún día la cosa iba mal y se podrían necesitar. Yo busqué lo opuesto, transitar otro camino, no me apego a nada material y soy sumamente ordenada y prolija. El de mis padres, era un pensamiento negativo». Para Haines, además, un buen inicio de la faena tiene que ver con «el estilo de doblar y guardar la ropa, como si fuera un fichero. Ese es un gran primer paso».

Marietta Vitale afirma que, en el arranque, la sensación de caos es inmanejable. Un agobio que trasciende lo espacial: «La gente llama porque se ve desbordada, desorganizada, desordenada. Siempre digo que el placard es el protagonista de nuestras emociones, por eso recomiendo arrancar por allí o por el vestidor. Una vez que eso está ordenado se produce un efecto dominó. Si al irte a dormir ves orden, cuando te levantás arrancas mejor el día. El orden se contagia, no sólo al resto de los espacios, sino a todos los integrantes de la familia».

Casos

Los acumuladores y los desordenados se cuentan por millones. Siempre existe el riesgo de caer en las trampas terrenales del guardado sin criterio, el desorden y la acumulación. Esto ya no solo afecta la calidad visual de nuestras casas, sino, lo que es peor aún, les resta espacio, desmerece la calidad de vida y complica el día a día al punto tal de afectar las relaciones de pareja, los vínculos familiares, el rendimiento laboral, la economía, y, en consecuencia, el desarrollo pleno y feliz.

Las consultas que reciben las profesionales porteñas abarcan un público multitarget. «Me llaman mujeres recién separadas; madres primerizas a las que se les viene el mundo abajo con el orden; o solteros que se fueron por primera vez a vivir solos a un monoambiente y no les entra la ropa que tenían en la casa de sus padres. Recuerdo a una chica que iba acumulando ropa de tal forma dentro del placard que una montaña de prendas tapó un aire acondicionado que ella no se acordaba que estaba allí», explica Estefanía Fryd.

Brenda Haines aún se asombra al pensar en un matrimonio que la llamó en estado de desesperación: «Eran mayores y no tenían hijos. Me contrataron para hacer los placares. Cuando accedí, no pude creer lo que vi. Una cosa es ser desordenado y otra es ser acumulador. Hicimos una limpieza impresionante. Lo que más me llamó la atención fue la cantidad de cosas que había debajo de la cama. Tiramos más de veinte bolsas de consorcio. Me fui feliz pensando que iban a descansar mejor sin esa cantidad de objetos debajo del colchón. Mi trabajo te cambia la vida, por esos digo que no tiene precio».

El feng shui está presente en el método implementado por Marietta Vitale. En la sabiduría oriental, que bucea en la armonía, encuentra la inspiración para modificar entornos y sanar espacios. «Me he encontrado casas que anulan un ambiente porque lo destinan para depósito. Mucha gente llena sus espacios vacíos con objetos».

«Yo diferencio entre ordenar y organizar. Todos tenemos que organizar, no somos Mary Poppins, no hay magia. Pero organizar es de una vez y para siempre, y tiene que ver con categorizar, asignar un lugar a cada cosa: donde van los jeans no van las remeras ni los medicamentos. Eso hace mucho más fácil el orden diario. Entonces se vuelve a ese lugar como un imán. Uno es desordenado cuando las cosas no tienen un lugar asignado. Poner algo en un lugar que corresponde toma el mismo esfuerzo que ponerlo en un lugar incorrecto», explica Estefanía Fryd.

De afuera hacia adentro

Pensar las cuestiones del orden, el descarte y la organización desde la banalidad estética es un reduccionismo que no se ciñe a lo que se proponen las especialistas. La cuestión es mucho más compleja y profunda. Y sus consecuencias confluyen en un amoroso crecimiento espiritual. «La organización y el orden implican tiempo libre y esto repercute en un mejor vínculo con tus afectos, dado que se pueden compartir más momentos. La organización te da libertad, te permite vivir una vida con menos stress y mejor calidad de vida. No hay nadie que se haya organizado y esté peor que antes», sostiene Ingrid Hajnal.

Estefanía Fryd apunta al autoconocimiento, una tarea para nada menor: «Tiene que ver con un cambio en el estilo de vida. Como sostiene Marie Kondo, cuando filtramos los objetos de nuestra casa, y testeamos cuáles nos hacen feliz y cuáles no, nos permite conocernos mejor, plantearnos qué quiero y qué no. Es un proceso, no se hace de un día para el otro. Por otra parte, conocerse mejor a uno mismo, se traslada al resto de los aspectos de la vida: elegís el trabajo correcto, te vinculás mejor y con la gente adecuada. Ahí reside la verdadera magia del orden».

La actividad tiene está atravesada por concepciones de la psicología y, de la sociología que se apartan de lo estrictamente organizativo. «Cuando terminamos de ordenar el afuera, no queda otra que mirar hacia adentro. Cuando el afuera está en orden, nos permite mirar hacia adentro y ver con mayor claridad qué nos pasa en nuestra vida de pareja, en el trabajo, con la familia. Nos damos cuenta que lo que nos molesta hay que buscarlo por otro lado porque lo de afuera ya está ordenado», explica Brenda Haines, quien maneja un criterio muy claro con respecto a desprendernos de objetos: «Descartar nos cuesta porque tenemos miedos. Miedos a que nos falte por siempre, a no poder volver a conseguirlo, a que alguien nos mire mal o se ofenda. Acarreamos con un pensamiento negativo que no tiene ningún sentido. Porque incluso, el intentar volver a ese objeto no utilizado por mucho tiempo, implica que no siempre se sabe dónde está, ni en qué condiciones. Descartar es crecer. Es tomar conciencia de la edad y sentir que los objetos que me completaban a los veinte ya no me sirven, son etapas cumplidas. Hay que mirar para adelante. Nuestra historia, nuestros recuerdos no se circunscriben en guardar un objeto. No recuerdo a alguien porque tenga a mano la campera que utilizaba todos los domingos».

Así como Brenda Haines apela a los recuerdos, Marietta Vitale establece sintonía entre espacio y mente: «Una casa ordenada es una mente ordenada. Mi libro se llama Terapia del orden y eso resume mi ideología. El orden tiene dos caras: la cara práctica y la cara emocional. Lo práctico tiene que ver más con lo estético: cómo ordenar, en qué contenedor guardar, como doblar. Pero por otro lado está lo emocional: todos los objetos tienen un lazo, una cuestión simbólica que le ponemos mentalmente. Ahí es cuando empezamos a ordenar: pensando qué nos representa hoy. Qué se queda y qué elijo que se vaya. Si el cuerpo es nuestra casa y lo cuidamos con buena alimentación y deportes; nuestra vivienda es nuestro segundo hogar y hay que cuidarlo y hacerlo habitable».

Meter a todo el mundo en la misma bolsa es un verdadero error. Una sociedad consumista al extremo y que descarta al por mayor, poco tiene que ver con la acética cultura oriental para la que el consumo es una mala palabra. Justamente de allí proviene la siempre sonriente señora Kondo. Por nuestras tierras la cosa no se ciñe ni a unos ni a otros. Es que no somos ni tan consumistas, en buena medida porque las recurrentes crisis económicas del país no lo permiten; ni somos parte de una cultura que no se ampara en lo material. A partir de la serie que emite Netflix, los impulsos del orden y el descarte parecen haber cobrado bríos poderosos. ¿Moda pasajera? Quizás. Solo el transcurrir del tiempo permitirá descifrar si la palabra de Marie Kondo, cual mesías, caló hondo en nuestra idiosincrasia. Por lo pronto, ya sabemos que desorden y acumulación son sinónimo de sobresaltos. Y que existen profesionales a las que podemos acudir para poner en orden los espacios. Y nuestras cabezas. El tiempo y el espacio, no son ilimitados. Depende de nosotros su mejor aprovechamiento a partir del descarte, el orden y la organización. Y que eso redunde en mejores vínculos laborales, familiares y hasta en una satisfactoria relación de pareja.

Tips infalibles

  1. Comenzar por el guardarropas. Placares y vestidores son los primeros espacios a intervenir. Una vez que se descartaron prendas y se las ordenó, continuar por el resto de los ambientes, incluidos cocina y baños.
  2. El método de doblado de ropa es fundamental para ganar espacios ociosos.Utilizar cajas de guardado transparentes y rotularlas.
  3. Reconocer qué objetos no utilizamos en los últimos cinco años. Separarlos y desecharlos.
  4. Acompañar la tarea de orden identificando espacios y vinculándolos con los objetos.
  5. No dejar de lado una premisa fundamental: «Lo que se sacó debe volver a su lugar».
  6. Establecer un vínculo afectivo real con los objetos. Debemos entender que si quedan es porque nos dan felicidad.
  7. Es conveniente realizar la tarea de manera sistemática. Comenzar el trabajo y concluirlo en el día o en pocas jornadas.
  8. Hacer partícipes al resto de los integrantes de la casa. Todos son responsables del orden y la organización.
  9. A la hora de consumir, pensar si lo que se va a adquirir no está en casa. No sumar objetos por que sí.
  10. Bucear en nuestro interior. Asistir a terapia. Observar qué vínculo establecemos entre vacíos espirituales y acumulación.
  11. FUENTE: LA NACION
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