Agro

En Córdoba el trigo rindió más, pero lidió con la resistencia de la roya

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Tras la magra cosecha 2018/19, productores y técnicos califican la campaña actual como “satisfactoria”. El principal problema, la roya: en algunos lotes se necesitaron hasta tres aplicaciones para controlarla, y algunas no pudieron hacerlo como sí lo lograban en campañas anteriores.

Luego de la campaña anterior, una de las de peor rendimiento en los últimos cinco años en algunas zonas de Córdoba debido a la poca agua acumulada en el inicio y a la helada de octubre, el trigo 2019/2020 recuperó espigas y atraviesa por una cosecha que productores y técnicos califican como satisfactoria.

Dentro de un mosaico de realidades en el que se conjugan fechas de siembra, variedades, clima y sanidad, los rendimientos que aporta el cultivo son heterogéneos: desde 12 quintales en la zona de Monte Cristo, hasta 60 quintales en la zona núcleo; con la salvedad de que esos valores se lograron en lotes con suelo clase 3, por encima de los de mejor aptitud agrícola.

“A 15 kilómetros al norte de Marcos Juárez, el trigo no recibió un solo milímetro de agua durante el invierno y allí los valores de cosecha rondan los 35 quintales por hectárea. En cambio, en zonas de calidad de suelo inferior que no dan para el doble cultivo pero que sí tenían napa y ligaron una lluvia en agosto, hoy tienen rindes de 50 quintales que no se obtienen ni con la soja”, comparó Pablo Bollatti, técnico del Inta Marcos Juárez.

ESPIGAS. Aunque las lluvias fueron exiguas durante el invierno e inicio de la primavera, gracias a las reservas del otoño los rindes son satisfactorios. (Tomy Fragueiro)

La napa también jugó un papel determinante en los trigales del sudeste cordobés. Donde había reservas, las variedades maximizaron sus resultados. Inclusive fueron más resistentes a las heladas que en etapa inicial había matado macollos. Además, el cultivo de invierno contribuyó a mejorar el balance hídrico de los suelos, ya que durante su desarrollo se llegó a “tomar” hasta un metro de agua de napa.

En el centro norte de Córdoba, la cosecha de trigo tiene un avance de más del 80 por ciento y muestra rindes por encima de la campaña anterior. “La campaña pasada fue mala, con un promedio cercano a 16 quintales por hectárea en secano; esta va a ser mejor, más cerca de la histórica, con cerca de 22 quintales por hectárea aunque todavía no son datos definitivos”, aclaró Diego López, responsable técnico de la regional Córdoba Norte de Crea.

Con un aumento en la superficie sembrada de entre 15 y 20 por ciento entre los grupos que integran la regional, el trigo arrancó la campaña a fines de mayo con la referencia del agua acumulada en el perfil. Bajo esas condiciones, los cultivos más tempranos se desarrollaron durante el invierno sin el aporte de lluvias y las altas temperaturas de octubre afectaron su llenado de grano. ¿El resultado? Rendimientos de entre 15 a 20 quintales.

CRECIMIENTO. En el centro-norte de Córdoba, ya se cosechó el 80 por ciento del trigo con rindes que promedian los 22 quintales y superan los valores de la campaña anterior. (Tomy Fragueiro)

Las siembras más tardías, no obstante, aportaron un mejor desempeño en algunos casos “Las lluvias de hasta 40 milímetros que recibieron en octubre les permitió redondear hasta 40 quintales por hectárea”, indicó López, aunque aseguró que son pocos los casos con esas performance.

Control deficiente

Como no sucedía en ciclos anteriores, la presencia de la roya fue determinante para la productividad en algunas zonas trigueras. “El inicio del ciclo en estadio vegetativo hubo incidencia de roya anaranjada y amarilla que determinó la necesidad de control químico en trigos ubicados en Río Primero y alrededores”, aclaró Raúl Arinci, productor de Monte Cristo e integrante del movimiento Crea y Aapresid.

Durante la etapa reproductiva, no obstante, las condiciones ambientales dejaron de ser predisponentes y la enfermedad no evolucionó más. Estas condiciones le permitirán al trigo en la zona cerrar una campaña con un valor medio de entre 24 a 25 quintales por hectárea, estimó Arinci.

Diferente fue el comportamiento del hongo en la zona núcleo de la provincia. Allí, junto con la helada y el clima seco que se registró en algunos lotes, trajo a maltraer a los cultivares más susceptibles y en siembras tempranas. En cambio, en aquellos trigos implantados los primeros días de julio (10 días posterior a la fecha óptima) la enfermedad ni los tocó.

COSECHA. Avanza a buen ritmo en Córdoba. (Tomy Fragueiro)

Bajo esas condiciones, hubo variedades sembradas en fecha óptima que recibieron hasta tres aplicaciones de fungicidas, contra otras más tardías que sólo recibieron una y pudieron expresar de mejor manera su potencial de rendimiento.

Según Bollatti, la enfermedad presionó de manera muy marcada a las variedades más susceptibles y logró eludir los efectos de algunos productos. Variedades que en años anteriores habían tenido respuesta favorables a los mecanismos de acción de los fungicidas, en la actual campaña no respondieron de la misma manera.

Mientras en las aplicaciones realizadas en julio las respuestas fueron satisfactorias, las llevadas a cabo en septiembre en los mismos lotes no tuvieron efectos positivos.

“Trigos que habían tenido una inversión para apuntar a 60 quintales por hectárea rindieron la mitad”, admitió el técnico.

Con alrededor de 35 quintales y en campo arrendado, a los valores que se pagan en la zona y con un precio de 170 dólares la tonelada, el trigo fue negocio en la zona núcleo. Distinto puede ser el panorama futuro para el cultivo, si para la próxima campaña hay un aumento en las retenciones que coloque a su valor en torno a los 150 dólares, aseguran los productores.

COSECHA. Avanza a buen ritmo en Córdoba. (Tomy Fragueiro)

De producirse esas condiciones, los cultivos de servicio deberían tener un rol estratégico para mantener la sustentabilidad de la secuencia agrícola.

Según Bollatti, cortar el ciclo de la rotación genera situaciones como las que se perciben en la actualidad en lotes con soja, donde a los herbicidas preemergentes se les escapó el yuyo colorado y está obligando a repasos para su control.

En cuanto a costos, aseguran que sembrar cultivos de cobertura no significa un gasto adicional al que representa aplicar herbicidas durante el invierno para mantener libre el lote de malezas.

Agrovoz

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