Educación

Paicor: la comunidad educativa pide la reapertura de los comedores

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Manntener cerrados o reabrir los comedores escolares del Programa de Asistencia Integral de Córdoba (Paicor) es un dilema que aflige de manera creciente al Gobierno provincial. Entre esas dos opciones, prevalece la primera desde hace poco más de un año. Eso, debido a la contingencia sanitaria determinada por la pandemia de Covid-19.

A mediados de marzo de 2020, la irrupción del coronavirus obligó a las autoridades educativas a cerrar todas las escuelas. Lo hicieron en cumplimiento del decreto presidencial que dispuso el confinamiento preventivo y obligatorio en todo el país para ralentizar los contagios de la enfermedad. Entonces, las actividades áulicas trocaron por clases virtuales.

Por la misma razón, las viandas calientes que se servían de manera diaria a los alumnos que concurren a los establecimientos educativos públicos se reemplazaron por una caja con alimentos secos. Estos módulos se entregan a los chicos cada un mes y medio, más o menos.

No por ahora. La tradicional modalidad de Paicor no sería reinstalada. (Facundo Luque / Archivo)

No por ahora. La tradicional modalidad de Paicor no sería reinstalada. (Facundo Luque / Archivo)

Al principio, la comunidad educativa recibió con naturalidad y sin demasiadas objeciones el cambio de modalidad. Ocurrió de ese modo quizá porque el sacrificio que se pedía –a todos por igual– no era tanto: el encierro casi absoluto duraría apenas 11 días.

Sin embargo, la primera prórroga de la cuarentena del 31 de marzo al 26 de abril comenzó a destemplar el buen ánimo receptivo inicial y el desasosiego fue escalando posiciones a medida que la virtualidad escolar y la entrega de comida en cajas de cartón dejaron de ser la excepción para convertirse en la regla.

Presencialidad sí, viandas no

Aún en contexto de pandemia, en Córdoba más de 120 mil docentes y agentes educativos con diversas funciones retomaron sus actividades el 17 de febrero último con el propósito de planificar la implementación de las clases bimodales (remotas y presenciales) desde el 1° de marzo. Ese día, en Córdoba, más de un millón de alumnos de todos los niveles fueron los protagonistas centrales del regreso a la escuela más esperado de la historia. No obstante, el Gobierno no innovó respecto de la implementación excepcional del programa social más antiguo y amplio de la provincia.

Vale recordar que el Paicor se puso en marcha en enero de 1984 con el propósito de “contribuir a la inclusión y permanencia en el sistema educativo formal y al adecuado crecimiento y desarrollo de la población en edad escolar en situación de vulnerabilidad, brindando asistencia alimentaria”.

Rosa Merlo es la directora del Ipem 338 Dr. Salvador Mazza, de barrio Marqués Anexo.

“En un contexto social como el nuestro, considero sumamente necesaria la reapertura de los comedores escolares porque muchos chicos entran a clases a las 7.30 y vienen a la escuela sin desayunar”, comentó la maestra. “Y por más que sean sólo cuatro horas de actividad presencial, es mucho el trecho que tienen que esperar hasta volver a casa para comer algo”, completó la idea.

La institución a su cargo tocó fondo en 2013 por causa de la violencia externa que castiga con crueldad a los jóvenes sin horizonte de ese sector de la ciudad. Pero desde la profundidad de ese abismo se irguió como faro de esperanza y alumbró la ley provincial de la palabra.

Merlo conoce bien la realidad circundante de su colegio y habla con certeza. “Tenemos 370 alumnos y unos 300 reciben módulos alimentarios en lugar de las raciones calientes que servíamos todos los días en la prepandemia”, planteó la relación para graficar la necesidad.

“Nuestro SUM es muy amplio. Imaginate que entran 23 mesas con comodidad para ocho chicos cada una. Además, la modalidad de ‘burbujas’ reduce prácticamente a la mitad la cantidad de alumnos que vienen a clases presenciales y, entonces, es perfectamente posible darles de comer aunque haya que dividirlos en dos o más turnos para servirles el almuerzo”, razonó y sugirió.

“Eso sería de gran ayuda para las familias y para alivianarle la carga a los chicos”, redondeó la directora.

Jorge Pérez, titular del Ipem 325 Manuel Belgrano, de Argüello, coincidió con su colega. “Sin dudas, la reapertura de los comedores escolares para que los alumnos reciban raciones calientes es importante y necesaria”, valoró el director.

“Pero tenemos dos obstáculo para que la viandas retornen a las escuelas: la asistencia en ‘burbujas’, modalidad que hace que algunas y algunos estudiantes vengan a clases cada dos semanas. Y el protocolo emanado del Ministerio de Educación que lo desaconseja de manera tajante y absoluta”, precisó el docente.

Sin innovar

En relación con el tema, desde el Centro Cívico se indicó a La Voz que la asistencia se mantendrá bajo la entrega de módulos alimentarios y permanecerán cerrados los comedores escolares, como lo establecen los protocolos del COE. Lo reglado para educación recomienda no utilizar estos espacios con el fin de evitar la propagación del coronavirus.

“Estamos en una pandemia y hay una disposición de la autoridad sanitaria que ha sido publicada oportunamente por el Ministerio de Educación”, destaca el escueto mensaje oficial que recibió este medio.

Comienzos. El Programa de Asistencia Integral de Córdoba (Paicor) se puso en marcha en Córdoba en 1984, durante la gobernación del entonces gobernador Eduardo César Angeloz. El plan escolar fue continuado luego por todos sus predecesores.

“Nos parte el alma ver que hay muchos alumnos que vienen a clases sin almorzar”

Soledad Dago es directora de la Escuela Hipólito Yrigoyen, de la ciudad de Córdoba. El establecimiento público funciona desde 1939 en la esquina de avenida Castro Barros y Brandsen.

En el ciclo lectivo en curso se matricularon allí 306 alumnos. La mayoría de ellos proviene de hogares con necesidades básicas insatisfechas y sufre de déficit nutricional, afirmó la docente con 22 años de servicio alas aulas.

“La semana pasada le comentamos a una inspectora del Paicor que vino a ver cómo estaban las instalaciones de nuestro comedor, que las madres nos preguntan con insistencia cuándo vamos a servir de nuevo las viandas calientes; nos parte el alma ver que hay muchos chicos –sobre todos los del turno tarde– que vienen a clases sin almorzar y quizá también sin desayunar. Así es muy difícil trabajar. Con hambre no se puede aprender”, razonó la maestra.

María Victoria González es vicedirectora de esa institución. Recuerda que el protocolo del COE para volver de manera parcial a la presencialidad desaconseja el funcionamiento de comedores, cantinas y quioscos dentro de los colegios.

“Así las cosas, le pedimos a la gente del Paicor que por lo menos les den a los chicos una copa de leche y un alfajor o una barrita de cereales”, comentó. “Acá llegamos a considerar la posibilidad de hacer una ‘polla’ entre los docentes para ofrecerles aunque sea alguna colación”, acotó la educadora con la misma antigüedad laboral que su directora.

A modo de ilustración del perfil social de la población escolar, ambas citaron el caso de cuatro hermanitos que asisten a la escuela, provenientes de una familia que hasta el año pasado vivió en situación de calle.

“Cuando el tiempo estaba bueno se instalaban en la plazoleta de Avellaneda y Humberto Primero y cuando llovía se refugiaban debajo del puente”, relató González con pesar.

“Este año tuvimos que buscarlos para avisarles que tenían que volver a las clases presenciales porque tienen muchas dificultades para comunicarse con la escuela y entrar a las clases virtuales”, completó.

El año pasado, la Subsecretaría de Planificación y Gestión para una Ciudad Inclusiva intervino en ese caso y en el de otra familia que compartía con ella la desdicha a la intemperie, en el mismo lugar.

“Las asistimos con ayudas económicas para que puedan alquilar o construir una habitación”, aseguró Liliana Montero, a cargo de esa repartición municipal.

“Hoy no tenemos en la ciudad familias ni personas en situación de calle”, dijo la funcionaria.

La Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia de la Provincia también está al tanto de la situación extrema.

Los módulos no alcanzan

Alejandra Falfán trabaja como preceptora en el Ipet 248 Leopoldo Lugones, de la ciudad de Córdoba. También ejerce la docencia en otra institución.

“Un gran porcentaje de los más de 400 alumnos que asisten a esta escuela proviene de contextos vulnerables. Algunos de ellos, en prepandemia, la última comida que hacían en el día era la que les daban aquí”, contó a La Voz. Y aclaró: “La modalidad de nuestro colegio es técnica y con mucha carga horaria en la mayoría de los cursos, cuando la presencialidad era normal”.

“Los módulos que reemplazan a las viandas calientes no alcanzan para cubrir una alimentación diaria saludable. Por esa razón considero sumamente necesaria la reapertura de los comedores escolares para que nuestros estudiantes no sólo reciban una vianda caliente y saludable, sino también el desayuno y la merienda”, resumió su opinión.

Alejandro Roquello es profesor de ese tradicional colegio de oficios, ubicado en Ituzaingó y Rondeau, de barrio Nueva Córdoba.

El docente dijo que “los chicos empiezan su jornada de estudio real luego del primer recreo, cuando vuelven (o volvían) del Paicor”. Y completó el razonamiento con una sensación personal: “Veo que cada vez son más los alumnos que vienen a clases sin siquiera haber cenado en su casa la noche anterior”.

“Los módulos no cubren las necesidades de todos los chicos”

Daniela Vaccaro es maestra en la Escuela Dr. Horacio García, uno de los 37 establecimientos educativos con nivel inicial y primario que dependen de la Municipalidad de Córdoba.

También participa en un proyecto de fortalecimiento escolar con los aproximadamente 400 alumnos que concurren al colegio de Villa Cornú, barriada popular ubicada en los extramuros de la ciudad, en el sector noroeste.

En diálogo con este medio, consideró necesario reabrir los comedores escolares para que los chicos reciban viandas calientes, “porque los módulos no están cubriendo las necesidades alimentarias” de igual modo a quienes los reciben.

No obstante, la docente admitió que para implementar la medida requerida en el actual contexto sanitario, “habría que reducir las horas de clases para garantizar el comedor”. Eso, en función del protocolo que impone el COE a todas las escuelas de Córdoba y al que calificó como “súper restrictivo”.

La docente aclaró que, en la jurisdicción vecinal, las autoridades escolares gestionan el comedor. Y si bien las empresas de catering proveedoras de las raciones cocidas son las mismas que prestan el servicio al Paicor, en la esfera municipal no se aplica un corte como ocurre en los establecimientos provinciales para designar a los beneficiarios del programa social.

Ello permite a la escuela municipal ofrecerles a los chicos y chicas una colación seca durante la jornada escolar en tiempo de pandemia, apuntó.

“Nuestros alumnos no dependen exclusivamente del Paicor” profundizó en la explicación. “También importa la merienda que traen de la casa o las colaciones secas que les damos aquí”, reforzó.

Nivel nutricional

La maestra dice que al cuerpo docente y a los directivos de la escuela Dr. Horacio García les preocupó mucho “el nivel de nutrición con el que volvieron los chicos a clases”.

Recordó que en diciembre de 2020 los beneficiarios del Paicor recibieron dos módulos alimentarios para atravesar el receso escolar de verano y que recién entre el 10 y 15 de marzo volvieron a entregarles la caja con alimentos secos.

Pero los estudiantes que más aflicción le provocan a la docente son “los alumnos nuevos que vienen de otras escuelas”, porque –aclara– no figuran en la matrícula del nuevo establecimiento y, en consecuencia, no se les ha podido entregar aún el módulo alimentario que le corresponde a cada uno.

“Ese es otro agravante de esta situación difícil y otra razón para afirmar que la vianda caliente es lo más importante en estos momentos porque la calidad nutricional que aporta a los chicos no se las brinda el módulo alimentario”, concluyó.

LA VOZ

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