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Cada vez es más baja la edad de inicio en el consumo de pornografía: qué pueden hacer los padres

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El inicio en el consumo de pornografía cada vez se produce a edades más tempranas. A los 12 años, la mayoría ya ha tenido algún contacto con contenidos sexuales a través de internet, que hoy es la primera fuente de información sobre sexualidad.

Los especialistas vienen detectando, incluso, que la edad de la primera exposición al porno ha bajado a entre los 8 y los 10 años en los últimos tiempos.

Un informe del año 2020 de Save the Children España, que estudia el consumo de pornografía entre la población adolescente y su impacto en el desarrollo, ya revelaba que los adolescentes ven pornografía por primera vez a los 12 años y que casi siete de cada 10 (el 68,2%) la consumen con frecuencia en el celular y en la intimidad (93,9%). Son contenidos gratuitos online (98,5%), basados en la violencia y en la desigualdad.

El fenómeno es mundial y está en crecimiento, según médicas, psicólogas y psicopedagogas consultadas por La Voz para este informe.

La psicóloga Maritchu Seitung, especializada en orientación a padres, confirma que es cada vez más común el consumo temprano de pornografía por el acceso de los chicos a las pantallas y a material que no es apropiado a su edad y a su maduración.

Lo mismo plantea la neuropsicóloga pediátrica Carina Castro Fumero: “Los niños están expuestos a pornografía antes de los 10 años”. Y la médica en adolescentes Juana Presman asegura que los varones de 12 y 13 años que asisten a su consultorio admiten ver contenidos porno.

Joaquín (nombre de ficción para proteger su identidad) tiene 15 años. Cuenta que consumió pornografía por primera vez cuando tenía 6 o 7 a través de una película. Considera que la pornografía es “un arte” y confiesa que ve imágenes con el celular algunas horas al día. Al preguntarle por qué cree que comenzó a consumir estos contenidos con mayor frecuencia, el adolescente responde: “Por el Bailando de Tinelli”. Joaquín cree que ver pornografía no es ni bueno ni malo, y que es muy común a su edad; piensa que ver este tipo de imágenes no le afectan y no siente “arrepentimiento” después de verlas. El adolescente, que asiste a un colegio católico de la ciudad de Córdoba, dice que ve pornografía cuando está solo, que lo comenta con los amigos y que no habla de eso con sus padres.

Seitung refiere que el problema es que no se dan cuenta de que no les hace bien. “Les gusta, los excita. A la vez, a menudo, sienten culpa y se esconden para hacerlo”, puntualiza. Y agrega que comparten lo que ven con otros chicos de su edad como una manera de procesar lo que les impacta o los estresa. “Siguen implicando a otros; y los padres y los docentes muchas veces no están ni enterados. La pornografía es tóxica para ellos y, en su afán de liberarse de su efecto, intoxican a otros”, remarca.

Eso es, precisamente, lo que detectó Claudia (el nombre real fue cambiado para no ser identificada), mamá de un niño de 11 años, sobre la adicción a la pornografía de un amigo de 9 en un barrio de la capital cordobesa. “Un día, jugando a Pokemon, a este nene le apareció un anuncio que lo tentó. Lo abrió y a partir de ahí quería todos los días ver más”, relata.

Claudia se enteró por casualidad cuando su hijo le confesó que a su amigo le “encantaba meterse en la vida de los demás y ver gente desnuda”.

“El nene les contaba muy emocionado a los chicos del barrio cada vez que veía un videíto. El mío era el más grande; los otros tenían 7 y 8″, dice la mujer, quien alertó a la madre del pequeño. Al revisar el historial de la computadora, se comprobó que navegaba por esas páginas todos los días desde hacía mucho tiempo.

Consumo de pornografía a edades cada vez más tempranas. (Pexels)
Consumo de pornografía a edades cada vez más tempranas. (Pexels)

EXPOSICIÓN A LAS PANTALLAS

Castro Fumero explica que la exposición a la pornografía está relacionada con la falta de conocimiento de los padres sobre las redes sociales. “Hoy sabemos que las redes manejan un algoritmo que va más allá de lo que los padres creen”, explica.

Cuando un niño pasa tiempo atento a un contenido específico, se maximiza la posibilidad de que aparezcan más videos de ese tipo. “Un niño de 8 años tiene sus amigos en Instagram y los sigue, pero mientras mira está escroleando; y si le aparece un contenido sexual, para y observa unos pocos minutos porque claramente le llama la atención y le resulta placentero. El algoritmo identifica que eso le gustó y lo sigue exponiendo a este tipo de videos de una manera más frecuente”, describe.

Las imágenes estimulan la dopamina –un neurotransmisor relacionado al placer– en su cerebro en desarrollo y generan la necesidad de mayor exposición, como ocurre con las adicciones.

IMPACTO EN EL DESARROLLO

El consumo de pornografía a temprana edad tiene un impacto en el desarrollo. Seitung detalla que irrumpe en el período de latencia en los chicos; es decir, en esa etapa entre los 6 y los 11 o 12 años en la que la sexualidad queda en suspenso o latente para poner toda su energía en jugar, aprender, hacer deporte, pasarla bien en familia y con amigos, y les da tiempo para madurar y enriquecer sus recursos personales para la adolescencia.

“El acceso a la pornografía interrumpe esta etapa y los fuerza a intentar procesar y entender imágenes e información para la que no están preparados. En su afán de procesarlo, se lo muestran a otros, copian lo que ven, interrumpiendo la latencia de los otros chicos”, puntualiza.

Castro Fumero plantea que el otro gran problema es que en la gran mayoría de los casos la educación sexual comienza con la pornografía que se encuentra fácilmente en las redes sociales o en las series. “Los padres no hablan de esto. A muy corta edad, a los 8, 9 o 10 años, cuando todavía no han tenido estas experiencias sexuales, normalizan lo que observan en estos videos y creen que esa es la forma en que hay que tener relaciones sexuales”, sostiene. Esa imagen tergiversada de la realidad es lo que replican tiempo después, que en muchos casos les provoca problemas de autoestima cuando comprueban que el encuentro sexual no es lo que esperaban.

“Cuando desde muy pequeños se exponen a este contenido, la dopamina responde abruptamente provocando ‘chispazos’ que los hace sentir muy bien”, puntualiza la neuropsicóloga. “Si estamos expuestos a pornografía y a la hiperdopamina, es muy probable que nos volvamos adictos a la pornografía. Si no nos volvemos adictos, pero estamos constantemente expuestos, cuando estamos con una persona de carne y hueso, no sentimos lo mismo. Lo que se ve en la evidencia y en la clínica es que estas personas están constantemente insatisfechas con su pareja y con las relaciones sexuales porque no sienten el placer que experimentaban mientras veían videos”, opina.

El consumo de porno, además, pone a los chicos en riesgo de consumir cada vez más, lo que puede llevarlos a la búsqueda de contenidos extremos y peligrosos; así también como a recibir el mensaje de que la mujer es un objeto de satisfacción, y a naturalizar las conductas agresivas y degradantes.

EL ROL DE LOS PADRES

“Los padres tienen que darles buena información de sexualidad desde chiquitos para que los chicos confíen en que pueden preguntar todo lo que quieran a sus padres y para que no necesiten curiosear o hacer juegos sexuales en su afán de entender”, dice Maritchu Seitung. Esta información, apunta, incluye prevención de abuso y pornografía.

Carina Castro Fumero subraya que los padres deben saber que “las pantallas fueron diseñadas para generar adicción” y que impactan en mayor medida a los cerebros en desarrollo, e insiste en la necesidad del uso del control parental en todas las aplicaciones. “Debemos educar con conciencia y criterio en el uso de estos dispositivos, ya que vinieron sin manual y en este momento es el mayor experimento que se está haciendo con nuestros hijos”, sostiene.

En la misma línea, la psicopedagoga Mariana Savid, especialista en educación digital familiar, asegura: “Darle un celular a un niño sin supervisión y control parental es como entregarle un arma cargada y dejarlo solo en una habitación. Ambos pueden causar daño, y no solo a ellos mismos, sino también a los demás. Por eso es importante tomar medidas preventivas y asegurarnos de que nuestros hijos estén protegidos de contenidos inapropiados como la pornografía en línea”, sostiene.

Consumo de pornografía a edades cada vez más tempranas. (Pexels)
Consumo de pornografía a edades cada vez más tempranas. (Pexels)

CÓMO CONVERSAR SOBRE SEXUALIDAD Y PORNO CON LOS CHICOS

La primera recomendación para evitar el consumo de pornografía es hablar de sexualidad con los niños de manera temprana, de acuerdo con su edad y su maduración, y tener en cuenta una serie de pautas de prevención que incluyen limitaciones y conocimiento de la tecnología.

Mariana Savid sostiene que si se trata de niños y de niñas de 0 a 6 años, es necesario restringir el acceso a dispositivos con internet y, por ende, a contenidos inapropiados; y además, supervisar su uso. Enseñar los nombres correctos de las partes del cuerpo y a decir que “no” si alguien los hace sentir incómodos o en peligro.

¿De qué manera expresarlo? En el caso de niños de 3 a 7 años, la psicopedagoga sugiere explicar que a veces en internet pueden encontrar imágenes o videos inapropiados para niños y que pueden hacer mal al cerebro. Se les puede decir, por ejemplo: “Es importante que si ves imágenes de miedo, violencia o gente desnuda, no hagas clic en esos enlaces; y si ves algo que te hace sentir incómodo, me lo cuentes para que podamos hablar sobre eso”.

Si se trata de niños y de niñas de 7 a 11 años, es necesario establecer también reglas claras sobre el uso de celulares y el acceso a redes; enseñarles la importancia de la privacidad en línea y la protección de información personal. Hablar sobre la pornografía de manera abierta y honesta, utilizando un lenguaje adaptado a su edad; fomentar una actitud crítica hacia los mensajes publicitarios y los estereotipos de género, y enseñar a buscar ayuda de un adulto de confianza en caso de encontrarse con contenido inapropiado.

A los niños de 8 a 12, plantea Savid, se les puede decir cosas como estas: “Es posible que veas imágenes o videos que muestren a personas desnudas o teniendo relaciones sexuales. Esto se llama ‘pornografía’, no es adecuado para los niños. Puede ser dañino si lo ves o si tratás de copiar lo que ves”.

Para adolescentes, rige la misma recomendación de las reglas claras de uso, pero además se sugiere fomentar una actitud crítica hacia la pornografía y los mensajes publicitarios que promueven estereotipos de género; hablar sobre las relaciones sexuales y la importancia de las decisiones y el consentimiento mutuo, y enseñar a reconocer la presión de grupo y la relevancia de ser fiel a uno mismo. La familia también debe ofrecer recursos de ayuda y apoyo en caso de que haya sido víctima de acoso sexual o de violencia de género.

Sugerencias de lectura:

  • Tu hijo a un clic de la pornografía: ¿sabes qué hacer?, de Regina Novello y Elena Laguarda Ruiz.
  • La pornografía online. Una nueva adicción, de Oscar Tokumura.
  • Pornografía, el placer del poder, de Rosa Cobo.

QUÉ DICE EL CHATGPT SOBRE LA IA Y LA CREACIÓN DE VIDEOS PORNO

La utilización de desnudos y de contenidos sexuales en las redes sociales para dañar la imagen de otros es un fenómeno corriente, pero la facilidad en el acceso a la inteligencia artificial (IA) pone en discusión si puede propagarse aún más.

El debate se abrió semanas atrás, cuando se conoció que una streamer de Twitch fue víctima del deepfake pornográfico o pornografía falsa creada por inteligencia artificial, que parece completamente real. Los deepfake modifican digitalmente un video porno para sustituir la cara de la persona que aparece por otra. La manipulación de imágenes provoca en las víctimas una sensación de violación.

¿Cuál será el impacto de la IA en la pornografía? Todavía no hay respuestas concluyentes y los expertos aún no arriesgan hipótesis. Consultamos entonces al ChatGPT, el bot (robot) de moda impulsado también por IA y que mantiene conversaciones con los usuarios. Y esto nos dijo.

Por una parte, advierte que la IA podría ser utilizada para crear videos pornográficos de personas sin su consentimiento, lo que podría tener graves consecuencias para su privacidad y su seguridad.

Por otro, alerta que la IA podría ser utilizada para personalizar los contenidos de pornografía y hacerlos más atractivos para cada usuario, lo que podría aumentar su adicción a estos contenidos. También refiere que la inteligencia artificial podría ser vulnerable a los ataques cibernéticos y ser utilizada para crear contenidos pornográficos maliciosos que dañen la privacidad y la seguridad de las personas.

Insinúa, además, que “la IA podría ser utilizada para crear videos pornográficos que parezcan reales, pero que en realidad sean falsos, lo que podría dificultar la capacidad de las personas para distinguir entre lo real y lo falso”.

LA VOZ

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