GlamSalud

Coronavirus: el calor y las vacunas pueden traer algo de normalidad en primavera

¡Compartir es demostrar interés!

La pandemia puede pensarse como un incendio que hay que extinguir en tres etapas. Lo primero es evitar que las llamas se sigan expandiendo: frenar el crecimiento de casos y evitar el colapso del sistema sanitario.

En la segunda etapa hay que apagar las llamas. Eso es lo que llegaría con una especie de inmunidad de rebaño recién en primavera, aseguran expertos y autoridades. Aunque las nuevas variantes y las demoras en la vacunación pueden dilatar el proceso.

Ya sin ninguna llama prendida, en la última fase habrá que seguir con una “guardia de cenizas” para sofocar el posible surgimiento de focos.

CON LA SOGA AL CUELLO

Argentina, y Córdoba en particular, están lidiando con que las llamas de la pandemia no avancen más.

En nuestra provincia la peor alarma se encendió el lunes pasado cuando el porcentaje de ocupación de camas críticas llegó al 87,9 por ciento en Córdoba y hubo casi tres mil internados. Luego los internados y la ocupación comenzaron a bajar (la Provincia agregó más camas), aunque las autoridades todavía no se animan a hablar de una tendencia.

El indicador más preocupante es la incidencia, la cantidad de casos cada 100 mil habitantes, sigue siendo de más de 1.200 en la provincia. A nivel nacional hay más alivio.

Lo positivo es que viene bajando a razón de 100 puntos por semana. Si se mantuviera este ritmo, a fines de agosto se alcanzaría un valor menor a 250, el límite fijado por la Nación para hablar de un riesgo epidemiológico bajo. Hace desde marzo que no se logra ese valor.

La mejor manera de bajar la incidencia es disminuir la circulación del virus. Para ello la gente debe movilizarse menos. Para eso se aplican restricciones, aunque cada vez son más flexibles.

Y también respetar los cuidados archiconocidos: uso correcto del barbijo, distanciamiento social, evitar reuniones o bien realizarlas en ambientes bien ventilados.

Rodrigo Quiroga, investigador en bioinformática del Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba, explica: “Con la vacunación no podemos bajar la incidencia en el corto plazo. Depende más del comportamiento social. Pero si para bajar la incidencia de casos tenemos que restringir actividades, no podemos hablar de normalidad por el momento”.

En este punto, hace unos días Carla Vizzotti, ministra de Salud de la Nación, fue muy clara: “La vacuna está sirviendo, tiene buena efectividad, pero con este número de casos y con esta circulación viral la vacuna sola no alcanza”.

El clima puede ser un factor determinante. Las temperaturas bajas obligan a la gente a reunirse en espacios cerrados y dificulta la correcta aireación de los ambientes. Es el lugar de contagio por excelencia.

“El factor climático es importantísimo. Con la llegada del calor, al hemisferio norte le fue más fácil bajar los casos”, dice Quiroga.

Para Ernesto Resnik, biólogo molecular argentino que trabaja en la Universidad de Minnesota (Estados Unidos), el factor climático simplifica la transición a la normalidad al trasladar las actividades al aire libre.

“El clima no es determinante. En EE.UU. los casos empezaron a bajar incluso en invierno, quizás porque se mantuvo el uso de barbijo y distanciamiento”, detalla.

APAGAR LAS LLAMAS

En declaraciones a la prensa, Vizzotti mencionó septiembre como el mes en que llegaría algo de alivio. Para algunos expertos es un horizonte de tiempo alcanzable, si se piensa en el buen ritmo de vacunación que hay hoy en Argentina y la llegada de temperaturas más agradables.

La meta deseada es la inmunidad de rebaño: alcanzar un porcentaje de población inmunizada que incluso proteja a los que no están vacunados al cortar la circulación del virus.

Pero para los matemáticos Caroline Colijn y Paul Tupper, de la Universidad de Simon Fraser (Canadá), es poco probable que se llegue a esa inmunidad colectiva total para Covid-19. “No obstante, es probable que logremos un tipo práctico de inmunidad colectiva mediante la vacunación”, aseguran.

Y agregan: “No significa que nunca más tengamos casos de Covid-19. Probablemente estará con nosotros, solo a niveles lo suficientemente bajos como para que no necesitemos implementar medidas de distanciamiento generalizadas para proteger el sistema sanitario”.

Resnik asegura que EE.UU. volvió a la “normalidad” rápidamente y quizás de manera prematura. “En las grandes ciudades ya se está muy cerca de la inmunidad de rebaño con el 70 por ciento de inmunizados si sumamos vacunados y personas recuperadas tras la infección”, asegura.

Pero para el investigador, hay que ser prudentes por lo que se está viendo en Chile y Uruguay, donde vacunaron a mucha gente pero igualmente no pueden contener los casos.

Quiroga explica que para lograr la inmunidad de rebaño hay que saber el nivel de contagiosidad de las variantes que están circulando. “La variante Delta es la más peligrosa por eso es que venimos pidiendo medidas fuertes para evitar o demorar su ingreso”, advierte.

Para el investigador, si no ingresara la variante Delta, septiembre suena como un plazo razonable para pensar en una inmunidad colectiva práctica.

“No sé logremos inmunidad de rebaño si no podemos vacunar a los menores de 18 años y si comienza a circular esta variante”, asegura.

Resnik es más optimista: “EE.UU. puede ser un espejo en donde mirarse. No es descabellado pensar que Argentina alcance un nivel de vacunación similar dentro dos o tres meses”.

Para el virus original se había pensado en un 70 por ciento de la población vacunada para lograr inmunidad de rebaño. Pero esa cifra podría ser de hasta el 90 por ciento para el caso de la variante Delta.

Por el momento, Argentina puede vacunar a la población de más de 18 años. Esto marca un techo del 70 por ciento si se lograra vacunar a todos ellos. Esta semana Argentina y Córdoba superaron el 30 por ciento de su población inmunizada con al menos una dosis.

ETAPA FINAL

La etapa final es una “guardia de cenizas” para evitar brotes puntuales y monitorear el surgimiento y expansión de nuevas variantes y la pérdida de inmunidad.

Pero esto ocurrirá en el marco de una “normalidad”, la cual dependerá del nivel de inmunidad de rebaño que alcancemos y de las medidas que estemos dispuestos a seguir cumpliendo, aseguran Colijn y Tupper.

Probablemente, se continuará usando barbijo en determinados lugares y actividades. Seguirán los testeos de personas sintomáticas, el rastreo de contactos y los testeos aleatorios en la población para monitorear la emergencia de brotes.

Sin embargo, la comunidad científica mundial coincide en que la pandemia no terminará hasta que no se vacune a toda la población mundial. Cualquier región del mundo sin inmunizar puede ser un reservorio de Sars-Cov-2 y una oportunidad para mutar y volver a expandirse por el mundo.

LAVOZ

Escribinos
Dejanos Tu Mensaje
La Radio 102.9
Hola!!
Dejanos tu Mensaje