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Crisis económica, post pandemia y el llamativo dato de cómo está la salud mental de los argentinos hoy

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Contra todos los pronósticos, los indicadores de salud mental de los argentinos son levemente mejores que hace un año.

Así lo marca el Relevamiento del estado psicológico de la población argentina, un estudio realizado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA) de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Que en medio de este innegable clima de estados alterados cueste creer que no estamos tan mal, es indicio de que hay que desglosar las conclusiones de este estudio. En rigor, menos positivas.

El balance «mental» se geolocalizó en los principales centros urbanos del país a fines del 2023 y sobre un total de 3141 casos, con paridad de géneros. Se evaluó el impacto de las diferentes crisis en las emociones, el manejo que hacemos de ese malestar psicológico, pasando por el nivel de ansiedad, depresión y riesgo suicida.

El 9,4% de los argentinos tienen riesgo de padecer un trastorno mental, y ese riesgo es significativamente mayor en quienes son más jóvenes y se autoperciben de sectores socioeconómicos bajos. En el relevamiento previo, que evaluó 2022, esa cifra ascendía al 12,27%.

¿Por qué ese indicador está en baja? ¿Estábamos muy mal y vamos estabilizándonos? ¿O en realidad esta caída quiere decir que está mermando el impacto de la pandemia en la salud mental? Las respuestas no son tan cerradas.

«La mejoría post pandemia esperábamos verla en el 2022 y llegó de manera muy leve durante 2023 (lo que se refleja en este balance). Los datos previos eran muy negativos. Respecto del informe previo podríamos decir que los indicadores fueron levemente mejores, pero no positivos», explica a Clarín Martín Etchevers, secretario de Investigación de la Facultad de Psicología de la UBA y uno de los autores del estudio.

Es que en el estudio del Observatorio de marzo 2020 el porcentaje de riesgo era de 4,9%, con un máximo de 12,51% durante ese año, la fase más aguda de la pandemia. Entonces, el porcentaje de la muestra actual es similar al de octubre del primer año de la cuarentena obligatoria por el coronavirus.

No recuperamos los porcentajes de riesgo previos a la pandemia.

«Incluso se acerca más al puntaje más alto que al menor de dicho período. Si tomamos el promedio, el porcentaje actual es similar y un poco mayor: 9,3% de riesgo durante todo 2020 vs. 9,4% actual», marca Etchevers.

Aunque no suene así, dice, «en el país se observa una tendencia a la disminución, que podemos valorar positivamente».

Si, muy de a poco, van quedando atrás las secuelas emocionales de la pandemia, podría pensarse que llenamos ese vacío con el malestar psicológico de la crisis económica. Eso también se midió en este estudio.

En el balance del año pasado, el 54,55% de los encuestados consideró que se encontraba atravesando una crisis, y el 49,44% mencionó una de tipo económico. En el relevamiento actual, el 45,5% se considera en alguna crisis: está más parejo. El 49,44% mencionó atravesar una crisis vital y el 46,2%, una económica.

Esto no quiere decir que impactó menos el año pasado que en 2022 la crisis económica en la salud mental. Porque el informe no comparó la misma muestra de un año frente al otro. Pero los expertos sí detallan que una crisis de tipo económico es más gradual en su efecto psicológico que una de tipo vital o familiar.

«Lógicamente las crisis económicas generan malestar, pobreza y deterioran la calidad de vida de las personas. Pero, al igual que con la pandemia, los efectos psicológicos no son inmediatos, demoran más tiempo en manifestarse. Eso podríamos verlo durante este año», anticipa Etchevers.

Cristian Garay, subsecretario del Observatorio y otro de los autores de la investigación, hace una equivalencia precisa.

«En 2022 todavía había gente con impacto emocional de la pandemia, duelos prolongados (además del encierro y todas sus asociaciones emocionales). Ahora (por 2023) también hay más impacto de la situación económica», dice.

¿Qué es una crisis vital y por qué compite con una económica? «Es una crisis por cambio de etapa. Por ejemplo, inicio de la vida adulta, o de la adultez mayor, también casamiento, o tener hijos», describe el experto, y aclara que, al ser una pregunta abierta en el estudio, no está bien definido a qué se refirieron exactamente los participantes.

Ansiedad y depresión
Las personas encuestadas más jóvenes reportaron niveles más altos de sintomatología ansiosa, y quienes se perciben de sectores socioeconómicos bajos presentaron significativamente mayores niveles de ansiedad que quienes se perciben de sectores medios y altos.

«Respecto al informe previo, corroboramos las asociaciones entre menor nivel socioeconómico, menor edad y mayor malestar emocional», resume Garay.

Tal como en la medición anterior, la mitad de la gente que necesita ir al psicólogo no va y el costo es una traba. El 51,71% percibieron que lo necesitan e informaron no tener acceso.

Como puntúa la investigación, las personas con menos recursos tienen acceso limitado a a la atención médica, a la terapia psicológica y a medicamentos, lo que deja en último plano cualquier acercamiento al tratamiento de problemas de salud mental.

En cuanto a riesgo suicida, en los casos más extremos, que como antesala muchas veces (no siempre, no es algo lineal) tienen la ansiedad, la depresión o el consumo problemático de sustancias, también se incrementa entre quienes son más jóvenes y se perciben de sectores socioeconómicos más bajos.

Entre los estresores que alteran la salud mental, no se puede dejar de lado la falta de sueño, uno de los tres pilares -como marcan los expertos en esta nota- de la salud y el bienestar, junto con la alimentación saludable y la actividad física.

El 45% de los encuestados presentó alguna alteración del sueño (en 2022 fue el 75,95 %). Al 28,9% le cuesta conciliarlo, el 29,6% tiene dificultades para mantenerlo, y el 30% se despierta antes de lo que quisiera (las respuestas no eran excluyentes).

El factor que consideraron como principal contribuidor para el problema del sueño fueron las preocupaciones y los pensamientos nocturnos (48%).

También en la cama de los argentinos, se analizó la vida sexual y su relación con la salud mental.

Respecto al nivel de satisfacción, el 20,10% de los 3.141 participantes dijo estar muy satisfecho, el 21,50% algo satisfecho, y el 31,50 % ni satisfecho ni insatisfecho, mientras que el 14,10% está algo insatisfecho y el 12,90 % muy insatisfecho. Y ahí, en parte, sí estamos «mucho» mejor.

En 2022, el porcentaje de ni satisfechos ni insatisfechos ascendía a 37,62%, y el de muy insatisfechos era 14,34%.

Dónde buscar ayuda
En la Ciudad, la línea Salud Mental Responde 0800-333-1665 funciona las 24 horas, los 365 días del año. A nivel nacional, desde septiembre está activa la Línea Gratuita de Salud Mental 0800-999-0091.

FUENTE: CLARIN

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