Elecciones 2023

Córdoba elige: Passerini y De Loredo ponen en juego algo más que la intendencia

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Ninguno podrá desentenderse de lo que intenta responsabilizar al otro: la discusión del poder más allá de lo municipal, la denominada campaña sucia, la inclusión de otras jurisdicciones en la campaña.

Hay elementos de contradicción para todos los gustos en este proceso, pero es para destacar que tanta contaminación externa se da con dos candidatos de volumen político y conocimiento de gestión, a diferencia de anteriores turnos electorales, en que las principales opciones eran dirigentes de escasa cuantía. Así fueron tanto algunas gestiones anteriores como las oposiciones en el Concejo Deliberante.

En desmedro de sus figuras de posibles intendentes de la ciudad, tanto Daniel Passerini como Rodrigo de Loredo quedaron atrapados en esas lógicas, que exceden la cuestión de las turbulencias proselitistas.

Estuvo presente la provincialización de la elección. La campaña de Passerini quedó atada fuertemente a la del gobernador electo, Martín Llaryora, con el discurso de equipo unificado en ambas administraciones. La de De Loredo planteó el discurso de la compensación de reparto o equilibrio de poderes respecto de la continuidad del peronismo cordobés al frente de la Provincia.

Los 40 años de democracia han mostrado todas las variantes posibles: intendentes del mismo signo que se llevaban muy mal y viceversa; de diferente signo que eran socios políticos, y también casos rivales que se transformaron en enconados enemigos.

También se nacionalizó. Vinieron los principales referentes de Juntos por el Cambio a respaldar a De Loredo, quien no se mostró demasiado cómodo con las visitas, porque su campaña estuvo mucho más centrada en su figura que en la competitiva marca nacional y local de su coalición.

Juan Schiaretti también la llevó al terreno nacional con su precandidatura presidencial. El gobernador saliente insistió esta semana con la idea de un acuerdo con Juntos por el Cambio, específicamente con Horacio Rodríguez Larreta, aún en medio de un proceso electoral. Mientras repetía su letanía anti-K, varios referentes locales de Unión por la Patria hacían público el respaldo a Passerini.

PRONÓSTICOS Y POROTEO

La campaña se cerró con pronósticos calcados a los que había en el final de la provincial, pero invertidos en cuanto a los signos políticos. Diferencia cómoda, repiten del lado de De Loredo, mientras reconocen que esa ventaja algo se acortó. Leve saldo a favor, se entusiasman en las huestes de Passerini, que hablan de remontada en la recta final.

Los de Llaryora y Luis Juez decían, en ese orden, prácticamente lo mismo y hubo que contar los votos de madrugada.

Esa elección de gobernador dejó varias conclusiones respecto de lo bien diverso que fue el voto en relación con lugares de la ciudad y estratificaciones sociales.

También hay un elemento referido a la participación, que fue unos cuantos puntos mayor en los barrios de clase media para arriba donde ganó Juntos por el Cambio respecto de los sectores de la ciudad de clase media para abajo, en los que se impuso Hacemos Unidos por Córdoba.

La gran duda es si variarán o no esos porcentajes de participación, más allá de votantes que puedan llegar a cambiar de signo.

Una duda menor, pero que podría cobrar relevancia en una elección ajustada, es si votar el domingo en que se cierran las vacaciones de invierno incidirá o no en la afluencia a las urnas.

Todos esos elementos cobrarán o no sentido en un escenario de relativa paridad. Porque el gran problema del 25 de junio no fue el papelón judicial de la transmisión de datos sino la escasa diferencia de Llaryora sobre Juez.

Y está claro que el domingo no se elige sólo un intendente y concejales: hay un mapa de poder que excede la ciudad y que también está en juego.

LA VOZ

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