Policiales

“Narcolavado” en San Francisco: una “cueva”, millones de pesos bajo sospecha y la ruta del celular

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La financiera del empresario y entonces presidente de Sportivo Belgrano como presunta “cueva”, la ruta del celular “caliente” de un presunto narco, conexiones familiares en la cárcel y la utilización de terceros para la compra de dólares y su intercambio por cocaína.

La espesa trama que en San Francisco y en parte de Santa Fe se conoce como el “narcolavado” se encamina, a poco menos de dos meses, a la verdad. El 21 de abril, los jueces del Tribunal Oral Federal N° 1 de Córdoba someterán a juicio a los 16 imputados, según el caso, por comercialización de estupefacientes calificada, tenencia con fines de venta y lavado de activos de origen ilícito. El fiscal general será Maximiliano Hairabedian.

EL NARCOLAVADO EN SAN FRANCISCO

El estrépito social que desató la investigación en la ciudad del este provincial encontró epicentro en la figura del empresario Pablo Andrés Esser (con domiciliaria), máximo responsable del club más representativo de San Francisco. A su alrededor, comenzaron a surgir las sombra del lavado de activos y las conexiones con el narcotráfico.

El fiscal federal Luis Viaut (procesado por presunto tráfico de influencias y con licencia) y su reemplazante interina, María Marta Schianni, fueron uniendo las piezas de la investigación que hilvanó las conexiones entre un presunto narcotraficante, Lucas Maximiliano Rubén Alfonso, con base en Santa Fe, y los supuestos compradores, Brian Emanuel Requena y Franco Ezequiel “Chuki” Espina, entonces líder e integrante, respectivamente, de Los Mismos de Siempre, la barrabrava de Sportivo.

Esser, uno de los principales investigados en San Francisco. (El Periódico)
Esser, uno de los principales investigados en San Francisco. (El Periódico)

Los tres habrían pactado reuniones en la ruta 10, en cercanías de la localidad de Santa Clara de la Buena Vista (Santa Fe), donde Requena y Espina habrían pagado en dólares la compra de la cocaína para luego almacenarla –junto con armas y dinero de la “recaudación”– en los domicilios de otros imputados.

LOS DÓLARES Y ESSER

Para adquirir la cocaína a Alfonso, Requena (le acaban de denegar la domiciliaria) y Espina se contactaron con Esser y Juan Carlos “Cucho” Bosio. La finalidad habría sido entregarles los pesos recaudados de la venta de las sustancias para cambiarlos por dólares, en encuentros que fueron filmados y fotografiados.

Como presuntos socios en el lavado, Esser y Bosio (excarcelado) habrían introducido al mercado de cambio fondos ilícitos del narcotráfico, a través de la compra de dólares al valor oficial, de acuerdo con informes de la Unidad de Información Financiera (ambos no estaban autorizados para operar en el sistema de cambios).

Así, la adquisición la hacían diversos intermediarios mediante cuentas bancarias.

La afinidad entre Requena y Esser era tal, según la causa, que cuando el barra se quedaba sin fondos para la compra de estupefacientes, le solicitaba “préstamos”. “La droga la vi por televisión toda mi vida. No consumí, no vi droga, no financié nunca algo que tenga que ver con la droga”, se excusó Esser, aunque dijo conocer a su “amigo” Bosio y a Requena, porque son de la barra.

Asimismo, y de modo paralelo, Esser y Bossio habrían solicitado a esos intermediarios comprar dólares para luego venderlos a precio “blue”, principalmente, a través de la financiera de Esser, Dineral.

La sintonía “fina” también alcanzaba a “Cucho” Bosio, al punto que en una intervención telefónica Requena le solicitó que averiguara en la Justicia provincial si lo estaban investigando.

El presunto funcionario judicial consultado, apodado o mencionado como “Orestito”, le respondió a Bosio que no estaba bajo sospecha, a lo que este le dijo que “Brian” no tenía “ni la plata ni la merca” en su casa.

LA COCAÍNA Y LAS CONEXIONES

Con los dólares en su poder para la compra de tres kilos de cocaína, el 23 de septiembre de 2020, Requena y “Chuki” Espina acordaron con Alfonso otro encuentro en la ruta 10. Para ese tiempo, los investigadores habían logrado colocar un rastreador GPS en su vehículo, lo que permitió saber sus movimientos.

El 23, muy temprano, al advertir la presencia policial, Requena y Espina huyeron en la Ford Ranger en la que habían arribado al punto de contacto. Rápidamente, Alfonso escapó en un Ford Ka y alcanzó a desprenderse de la droga (luego recuperada).

A la droga se sumaron dispositivos electrónicos, municiones, dinero, tickets bancarios, contadoras de billetes y una sugestiva carpeta (con la inscripción “Legajo UIF Esser Pablo A”), así como 1,3 millones de pesos que fueron secuestrados en las casas de los demás imputados y que engrosaron la hipótesis sobre sus roles.

Las escuchas practicadas a la línea de Requena permitieron establecer que, desde al menos diciembre de 2018, había mantenido conversaciones sospechosas. De este modo, detectaron contactos con Vanesa Soledad “la Gorda” Acosta, quien habría ocultado droga y fondos para aquel.

Una “tarea” parecida habría tenido la novia de Requena, Daiana Belén Artaza, quien habría colaborado en el retiro de estupefacientes o en la contabilidad de “recaudación” de las ventas.

El abanico de conexiones fue ampliándose luego de que surgiera el nombre de Hugo Alberto Contreras, vecino de la novia.

La sospecha se hizo visible cuando Requena, en varios mensajes, le pidió a su pareja que fuera a lo de “Hugo” a “buscar el dinero”. Eso se patentizó cuando la Policía Federal allanó la casa de Contreras en momentos en que fue sorprendido saliendo con 771 mil pesos en sus manos.

Esser, uno de los principales investigados en San Francisco. (El Periódico)
Esser, uno de los principales investigados en San Francisco. (El Periódico)

El vínculo familiar, en la mecánica, traspasó la primera línea de cercanía (la novia). Su suegro, Marcelo Octavio “Pescado” Artaza, habría comercializado en la cárcel las sustancias ilícitas que le habría provisto Requena.

Mediante el celular que “Pescado” utilizaba para comunicarse con su hija, habría coordinado con el yerno las entregas de drogas o de dinero. La fiscal, además, pudo conocer que viaja a Santa Fe para comprar estupefacientes cada martes.

“Pescado” también coordinaba con su otro hijo, Alexis Alberto “Chulo” Artaza, el retiro de estupefaciente y de dinero recaudado en la prisión.

“Chulo” habría llegado a utilizar una tarjeta de crédito para evitar que los bancos bloquearan las cuentas por la gran cantidad de fondos depositados sin justificación, y habría guardado “cosas” y dinero para su cuñado.

El espectro de relaciones del principal sospechoso llegó hasta los hermanos Gustavo Horacio Rolón y el barra Andrés Eladio Rolón, supuestos vendedores para Requena.

Las sospechas se confirmaron cuando se encontró cocaína mezclada con materia fecal en el desagüe de una casa vinculada a los Rolón y donde además cayeron otros dos acusados, Claudio Rolón y Noemí Tordecilla. “Sobre eso de que me encontraron un envoltorio en mi casa… eso es lo que compraba para consumir”, dijo Andrés.

Requena también habría encargado a “Chuki” Espina la venta y el ocultamiento de droga, municiones y armas en la localidad de Josefina, Santa Fe. La madre de “Chuki”, Miriam Liliana Lescano, incluso habría montado su propio “quiosco” de sustancias en la casa.

Las miradas judiciales también apuntaron a César Ariel Nieto, otro de los barras. Llamativamente, hacía trabajos de jardinería para Requena, pero, por carriles ocultos, habrían guardado dinero para él.

MILLONES SOSPECHOSOS

Por su parte, la fiscal puso bajo la lupa a Esser por sus movimientos financieros. Además de figurar como cotitular de un Renault Kangoo y como titular de un Audi A4 (inhibidos), tuvo un importante incremento en sus ingresos en 2016 y participación societaria en las empresas Arqon SRL (600 cuotas), Rufino SA (69 acciones) y Filipides Centro de Rehabilitación (915 acciones), Visión SRL (150 cuotas) y Geminis SRL (270 cuotas).

No presentó declaraciones juradas de Ganancias de 2017, 2018 y 2019, acumuló deudas significativas con la Afip, cheques rechazados y problemas financieros por un crédito impago. Desde 2017, no presentó declaraciones juradas de bienes personales ni tuvo ninguna actividad declarada desde 2018. Pero sí registró acreditaciones bancarias por montos elevados.

Allanamientos. (La Voz de San Justo)
Allanamientos. (La Voz de San Justo)

En 2020, solo se conocieron acreditaciones en una caja de ahorro de la que era cotitular su novia, Luciana Lorena Pérez. La mujer pasó de tener ingresos por 837 mil pesos a 2,3 millones en dos años.

Esser realizó depósitos en la Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos, de 2018 a 2020, por más de un millón. Su hermana, Paulina Esser, tuvo acreditaciones en 2020 por 2,7 millones, lo que –para la Afip– resulta incompatible, pues es una monotributista categoría B.

Su esposo, Leandro Ferretti Gelmi, desde 2018 solo registraba ingresos de su trabajo, pero en 2019 tuvo acreditaciones exponenciales por 1,8 millones; y más aún en 2020: 5,8 millones, sin precisiones sobre el origen.

LA VOZ DEL INTERIOR

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