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Covid: hay una nueva cepa dominante y sacan una vacuna más eficaz para frenarla

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Las vacunas bivalentes contra el Covid son relativamente nuevas, pero cuando se empezaron a aplicar en muchas partes del mundo ya corrían de atrás a la evolución del virus. No es como para afirmar que aterrizaron viejas, pero su poder de fuego pronto quedó relativizado.

Esto sucede porque las versiones de Ómicron se diversifican a una mayor velocidad -naturalmente- que la del tren de la tecnología sanitaria. Las vacunas bivalentes usaron la secuencia de la variante ancestral de Wuhan y le sumaron una segunda que fue la subvariante BA.4 de Ómicron.

Pero esa lógica temporal la fórmula entonces no incluyó otras subvariantes que luego se volverían prevalentes. Por un lado BQ.1, pero sobre todo XBB.1, que hoy manda a nivel global. En Argentina, el último Boletín Epidemiológico informó que casi todos los nuevos contagios desde la segunda semana de abril corresponden a esa última subvariante.

A esto se agrega otro dato: a más de tres años y medio del comienzo de la pandemia, el mundo está en condiciones de soltarle la marca a la variante que dio inicio al drama: la ancestral de Wuhan. Por eso, las nuevas vacunas de Pfizer y Moderna que ya están disponibles en Estados Unidos -para el otoño boreal llegarán al resto del planeta- no contienen esa secuencia en su fórmula y vuelven a ser monovalentes, enfocadas en la cepa XBB.1.

Así fue confirmado a Clarín por Rodrigo Sini, jefe del Area de Vacunas para Enfermedades Respiratorias de Mercados Emergentes del laboratorio Pfizer. “La vacuna bivalente se va a dejar de utilizar porque la variante XBB está más relacionada con la enfermedad”, afirmó desde Brasil.

“Estamos en un momento de transición. La producción de la vacuna bivalente no se frenó por completo pero será así en un tiempo, por pedido de la FDA de Estados Unidos (tras una recomendación de la OMS). La tecnología tiene que seguir a la evolución del virus”, agregó Sini.

El regreso a la monovalente tiene un doble motivo. El primero es que la variante de Wuhan ha desaparecido o su marginalidad la vuelve prácticamente inexistente. El segundo es más interesante y tiene que ver con la forma en que el Covid interactúa con la vacuna que busca hacerle frente.

El «pecado original»

La Asociación Española de Pediatría elaboró un documento -en base a varias investigaciones publicadas en Science y The Lancet- que justifica los cambios en base a lo que se denomina “pecado antigénico original”. Se trata básicamente de una especie de huella genética imborrable, que en este caso ha dejado la variante de Wuhan: hace que la vacuna bivalente apunte sus cañones en mayor proporción hacia la cepa ancestral que a la subvariante Ómicron.

“La recomendación de de la OMS obedece a que las vacunas bivalentes penalizan la respuesta inmune de anticuerpos neutralizantes frente a la proteína S de la variante Ómicron incluida en la vacuna. Este hecho se debe a la ‘imprimación’ del sistema inmune causado por la proteína S de la cepa Wuhan”, dice el informe.

Agrega: “Cuando un individuo que ha sido vacunado con una de las vacunas monovalentes de la cepa ancestral (o ha padecido la infección por esta cepa), recibe más tarde un refuerzo con una de las vacunas bivalentes (cepa ancestral más variante Ómicron), la respuesta de anticuerpos neutralizantes va dirigida, en gran medida, frente a la proteína S de la cepa ancestral, en detrimento de los anticuerpos específicos frente a la variante Ómicron incluida en la vacuna”.

Vacunación 2023 - COVID

Y explica, ya más en detalle, que “este fenómeno de imprimación inmune se produce porque tras el primer contacto (infección o vacunación) con la cepa ancestral, se generan, en los centros germinales de los ganglios linfáticos, células de memoria específicas frente a epítopos de la proteína S de esta cepa. Cuando el individuo es posteriormente vacunado con una de las vacunas bivalentes, estas células B de memoria son estimuladas rápidamente, antes de que haya tiempo para que se formen ‘de novo’ células B específicas frente a la proteína S de la variante Ómicron”.

La consecuencia es que “se produce así una respuesta intensa de anticuerpos neutralizantes frente a la proteína S de la cepa ancestral, y de mucha menor magnitud frente a la proteína S de la variante. Cuanto mayor es la distancia antigénica entre la cepa ancestral y la cepa Ómicron incluida en la vacuna, menor es el título de anticuerpos frente a esta última”.

Esto no significa que las dosis bivalentes que haya en stock deban ser descartadas. El directivo de Pfizer aclaró que estos ajustes que se le van practicando a la vacuna del Covid son para que sea más eficaz en la prevención de la transmisión, pero que a los fines de protección contra la enfermedad grave y la muerte ambas opciones ofrecen respuestas robustas.

Sini consideró que “más que la versión de la vacuna que se aplique lo importante es la cobertura que se logre”. En ese sentido, en Argentina el déficit es elocuente: el primer refuerzo (tercera dosis) se lo aplicaron 22 millones de personas; el segundo, 8 millones; y el tercero, apenas 2,2 millones.

La hegemonía de la subvariante XBB.1 (con los sublinajes XBB.1.5 y XBB.1.16) tampoco determinaría un mayor riesgo de contagio o agresividad del Covid, según la evidencia recabada hasta ahora. Sin embargo, para mantener a raya la circulación del virus hace falta que la vacuna se renueve y dé en el blanco de la manera más ajustada posible.

PS  – CLARIN 

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